
20 de junio de 2008
Juan, cómo te fue…

“Pueblos Sin Turismo”
12 de junio de 2008
Un Jardín para el deleite de los sentidos

Nevado del Ruiz, una aventura inigualable
Viajero al Volante
Turismo y calentamiento global

El norte entre la ciencia y el conocimiento.

Bolombolo, corazón del suroeste antioqueño
Noche de Benecua
Deguste el ”camarón antioqueño”

Carolina del Príncipe, más que un nombre de la corona

Carlos E. Restrepo: El barrio bohemio de Medellín
10 de junio de 2008
Deguste el ”camarón antioqueño”
Por: Juan Esteban Maya Toro
Explorar una nueva gastronomía en un destino turístico que nunca hemos llegado a ir, es quizá un poco riesgoso, sin embargo un proverbio francés nos invita a que “el descubrimiento de un nuevo plato hace más en beneficio del género humano que el descubrimiento de una estrella”. Pero generalmente dejamos los placeres de la mesa para ocasiones especiales, momentos únicos en los que por primera vez probamos combinaciones de sabor que no pensáramos que fueran posibles.
La cultural paisa se caracteriza por poseer una amplia variedad de platos típicos de su regiones, muchos de ellos son heredados por las familias, especialmente de las abuelas. Sopas, postres, dulces, carnes y son un fin de delicias que a los antioqueños nos han dado a reconocer en el ámbito gastronómico y de ahí nuestra fama por la conocida bandeja paisa.
Pero lejos de este plato antioqueño quedan otras rarezas culinarias características de nuestra idiosincrasia, este es el famoso “camarón antioqueño” o mejor dicho la chunchurria, una comida que según los expertos como Wilfrido Santos Narváez, quien desde hace 25 años ha estado a la venta callejera de este plato, es comida exótica, que levanta lo ánimos, sirve para acompañar una noche de licor e incluso le son atribuidos poderes "levanta muertos" para los borrachos.
La chunchurria es, para los no iniciados, un manjar delicado que exige una preparación esmerada como muchos otros latos de alta calidad. Conocida también como chunchullo en algunas regiones del país, la chunchurria es la parte del intestino delgado de la res, del cerdo o del cordero, que se come asada o frita.

Pero eso sí, hay que cerciorares de que estos sitios de comida cumplan con las condiciones de aseo, por ello muchos de sus vendedores aseguran que son fieles a las normas de higiene que determina la sanidad. “Es necesario lavar bien la chunchurria, que no esté muy grasosa, aliñarla, ablandarla y asarla a la plancha” dice nuestro "chunchurrólogo" profesional, Wilfrido Santos.
Aunque este popular intestino es el más apetecido, también vende perros, hamburguesas, chuzos y arepas de chócolo, que también hacen parte de el resto de comidas callejeras de nuestra ciudad.
Por lo que cuentan el hambre despierta entre las 8 y las 11 de la noche, que es cuando los clientes se arremolinan en torno a los carros humeantes, atraídos por el olor a carne o por las arepas de chócolo que se ven apiladas unas sobre otras a la manera de una montaña fofa.
Aunque en esta calle de fritanga la chunchurria es reina, el menú gastronómico lo completan en menor medida la pizza, los panzerottis, la longaniza y la butifarra. Mejor dicho, hay opciones para todos los paladares.

Wilfredo, que comenzó vendiéndola en Bogotá, reconoce que todo inicialmente es difícil, pero por fortuna este ‘camarón antioqueño’, como él mismo lo llama, ha gustado bastante. "Al principio yo pensaba que esto no iba a pegar aquí en Medellín. Cuando yo comencé, tiraba la chunchurria y todo el mundo decía ‘¡Ah, eso que asco!’ Entonces yo dije: eso aquí no va a pegar".
Contrario a esta predicción, lo que para unos es manjar y para otros se antoja nauseabundo, se ha posicionado en el sector. Nadie puede evadir su olor y casi ninguno de los que se acerca a comer se va sin conocer el indescriptible sabor de la chunchurria, que se puede adquir por la módica suma de 1.500 peso en adelante en estos lugares de comida ambulate.
Para Wilfrido lo que viene por dentro es lo que más le gusta la gente y cuenta que el Palacio del Colesterol es visitado por personas de diferentes rincones de la ciudad y otras más que vienen desde Envigado, La Estrella, Rionegro, municipios de Medellín, porque tienen en este barrio un buen destino para ir a comer.
Carolina del Príncipe, más que un nombre de la corona

A 3 horas de Medellín, en la región Norte de Antioquia, la muy reconocida por sus balcones y balnearios, es hoy por hoy uno de los principales sitios de destino turístico para visitantes y propios que pisan territorio antioqueño.
Y es que la fama no la ganó de momento ni gracias a Juanes, cantante paisa que en sus primeros años recorrió las calles de este municipio. Carolina del Príncipe, antes conocida como Santa Isabel, se ha labrado nombre gracias a sus atractivos arquitectónicos, sus fuentes hídricas, sus amplias zonas verdes cercanas a la cabecera municipal y por ser uno de los municipios lecheros de esta región.

Si va a Carolina no olvide ir bien abrigado, aunque la calidez de su gente lo hará sentir en familia, los 19ºC de temperatura lo pueden poner en apuros. Declarado patrimonio arquitectónico, lo primero que debe visitar es el parque del pueblo. Único en Antioquia, y rodeado por casas con balcones coloniales, este sitio es el abrebocas para los demás atractivos.
La Iglesia por nombre La Inmaculada Concepción es otro sitio único, con más de cien años de creación, cuenta en su interior con detalles de arquitectura que solo encontrará allí. Además, en sus partes altas, balcones miniatura forman una colonial imagen de clase y dedicación.
En el tema hotelero, el municipio cuenta con 4 sitios en la plaza central. Precios que van de 20.000 hasta 75.000 pesos por noche, con posibilidad de alimentación y reservación telefónica. Además, en cercanías del municipio podrá encontrar 2 hosterías con posibilidad de alojamiento, propias para estar en contacto con la naturaleza y alejarse del bullicio matutino.
En la parte rural, Carolina del Príncipe tiene 6 veredas, una de ellas La Vega, famosa por sus charcos y una caverna para hacer espeleología. Si desea caminar y tener una imagen del municipio en su totalidad, el monte de La Cruz es sin lugar a dudas uno de los balcones más bellos y tranquilos, no solo para ver a Carolina sino para disfrutar de una amplia vista de la región del norte antioqueño.
Con un poco más de tiempo podrá llegar hasta uno de los 2 embalses del municipio, Miraflores o Troneras y caminar hasta el antiguo cable, medio de transporte utilizado en otrora por los habitantes del municipio y sus veredas.
Y en cultura

Si decide visitar Carolina los últimos meses del año podrá encontrarse con el Festival de los Balcones, celebrado el segundo puente de noviembre, las Fiestas de La Conchita o el Festival Nacional de Danza, en el mes de diciembre. De igual modo, la Casa de la Cultura Sergio Vélez Vélez y el Museo Religioso podrán darle un viaje por la historia del municipio, uno de los más antiguos de esa región.
Así que, si yo fuera usted, estaría pensando en empacar cámara, abrigo y muchas energías para disfrutar de Carolina del Príncipe, su gente y sus atractivos turísticos.
Datos para tener en cuenta:
Costo del pasaje
$ 8.500 bus y 9.500 microbús
Tiempo de recorrido
2 horas 30 minutos
Municipios cercanos
Gómez Plata
Guadalupe
Juan, cómo te fue…




Anécdotas sobran, aunque sea complicado recordar todo lo sucedido en un solo coloquio. Algo no se olvida, claro está: el calor de la gente, la sencillez y su capacidad de servir sin esperar recompensa alguna.
En semejante quehacer, Juan Miguel se adiestraba como viajero al tiempo que adquiría el sentido periodístico de la observación minuciosa. Acostumbrado entonces a los paseos familiares en toda época del año, y enfrentado al reporterismo de andariego, su preferencia se dirige hacia la práctica rústica, sin comodidades: itinerarios de selva, playa desierta o un parque tayrona majestuoso al caer la noche con su cielo estrellado. Son Isla fuerte o San Bernardo del viento, los lugares que en su prolija historia provocan ser visitados con una carpa al hombro, un grupo selecto de personas y nada programado.
Carlos E. Restrepo: El barrio bohemio de Medellín

Llegué allí, referenciado por un buen amigo, que me dijo que en “La Comedia”, vendían los mejores “palitos” de queso de toda la ciudad. No tengo ni idea d

La Comedia es uno de esos sitios que uno no podría diferenciar muy bien entre un bar, un café o un restaurante, así que opté por llamarlo de esa forma simplista que utilizan muchos cuando quieren definir un sitio pero no pueden: Un Café bar. La luz de tonalidad amarilla es algo tenue, lo que permite un ambiente cálido e íntimo. Y el sonido de la música, que apenas si se escucha, permite tanto las conversaciones acaloradas, como aquellas que son menos apasionadas.
En La Comedia, podrá encontrar estudiantes, filósofos, poetas, cuenteros, o escritores, y si usted es uno de esos amantes del existencialismo, entonces, fácilmente podría entablar conversación, con un perfecto desconocido y darle respuesta a sus mas profundas. ¿O quién sabe? Podrían sorprenderlo con una presentación musical o con una tertulia de poesía, que amenice su noche mientras degusta de uno, dos o varios “palitos” de queso.
“Ciudad Café”, por su parte, ofrece un ambiente menos acogedor, pero mucho más fresco y juvenil. Un ambiente que atrae con su particular magnetismo a un sinnúmero de estudiantes universitarios. Esa noche, no encontré mesa disponible en “Ciudad Café”, por lo que tuve que optar por una decisión menos cómoda, pero más agradable: La barra. El “Burrito de Carne”, es una de sus especialidades, pero debe tener en cuenta que la cocina no estará abierta toda la noche, así que si quiere ir a comer, debe considerar esta opción primero que las demás. Aunque también puede disfrutar de un cocktail o de la amplia carta de licores nacionales. Yo, personalmente prefiero los cocteles, preparados ante la vista del cliente y que conservan en su presentación finos detalles como la decoración de la copa.

El MAMM, como es conocido por sus visitantes, fue fundando en 1978, y uno de sus objetivos es la conservación y divulgación de las diferentes manifestaciones de arte contemporáneo de Medellín, Colombia y el mundo. Diariamente, asisten a este lugar, cientos de visitantes deseosos de conocer la obra de la artista preferida del museo, la pintora antioqueña Débora Arango. Pero el MAMM no esta consagrado únicamente a esta mujer, pues por sus salas, diariamente se exponen obras de destacados pintores antioqueños, al igual que de jóvenes artistas que quieren dar a conocer su trabajo. El MAMM, no solo atrae por la calidad de su arte, sino por los ciclos de cine y algunas presentaciones especiales que ofrece en sus instalaciones.
Por su cercanía, la Biblioteca pública Piloto de Medellín también hace parte de este sector bohemio de la ciudad. Y la verdad, yo me lo pensaría más de dos veces antes de recomendar una biblioteca, como sitio turístico de la ciudad a un visitante extranjero. Pero vale la pena conocerla, puès más allá de un montón de estantes repletos de libros, la Biblioteca Pública Piloto ofrece a sus visitantes exposiciones de arte, ciclos de cine independiente e incluso veladas de lectura de las que pueden disfrutar todos los asistentes. La BPP, está a solo dos cuadras de los abres y cafés de Carlos E. Restrepo. Separada únicamente por un pequeño bosquecillo, lo que convierte este barrio en uno de los sectores con mayores zonas verdes dela ciudad. Y es que por doquiera que se mire, uno encuentra pequeños parquecillos que interrumpen su tranquilidad para darle paso a los noctámbulos. Parquecillo que son respetados por los visitantes como un miembro más de la comunidad. Debo admitir que en Carlos E. Restrepo, es el único lugar donde la frase Cultura Ciudadana cobró algún significado para mí.

“Pueblos Sin Turismo”
Antioquia por estar en medio de la región andina y de los andes de Colombia goza de bosques y reservas naturales que no han sido aprovechadas a fondo para la explotación turística, es el caso de muchos municipios que no gozan del clima y de las playas, pero que tienen unas reservas naturales que deberían ser explotadas a fondo, no solo para mejorar su economía, sino para que la gente entre en conciencia de cuidar los bosques y la naturaleza.
Entre los municipios que padecen este olvido turístico esta el caso de Heliconia, un pueblo incustrado en medio de la montaña donde hace muchos años se producía sal y de esta industria solo queda las chimeneas ladríllentas y corroídas de los fogones donde secaban el agua salada para extraerle el mineral, como principal atractivo turístico. Pero lo que nadie ha visto es el potencial natural que este goza.
Al estar rodeado de montañas llenas de bosques las explotaciones del turismo de naturaleza se podría realizar, explorar las rutas indígenas, ya que este municipio tuvo asentamientos indígenas en el pasado, realizar cabalgatas en los alrededores para disfrutar del paisaje montañoso, hacer observaciones de la misma naturaleza y su fauna, hasta realizar deportes extremos como el rafting y demás acuáticos de río que se podrían realizar.
El tema se repite en muchos municipios que están olvidados por el turismo, pero que gozan de los recursos naturales para explorar y explotar, lo único que falta son las políticas del estado que cobijen de una manera el desarrollo turístico de estos lugares y así de una manera diferente crear medios de ingresos para sus habitantes.
Hotel San Fernando Plaza de Medellín, un lugar exclusivo, con estilo y con muchas estrellas…

El pasado primero de noviembre se inauguró el Hotel San Fernando Plaza de Medellín y a pesar de su corta trayectoria, hoy es, uno de los hoteles preferidos por las estrellas y los altos ejecutivos que visitan la cuidad. ¿Por qué? se preguntaran muchos, pero son varias las razones para elegirlo.
Para empezar, el Hotel hace parte del proyecto mixto San Fernando Plaza, un centro empresarial y comercial ubicado en el sector de la Milla de oro del Poblado, lo cual garantiza la cercanía de las mejores tiendas, restaurantes, centros comerciales y centros financieros para satisfacer las necesidades y los gustos más exclusivos de sus visitantes.


Un Jardín para el deleite de los sentidos
John Roberth Grajales Vagas
turrunguis@hotmail.com

Quienes acostumbran “puebliar” (salir a conocer pueblos, en recorridos de pocos días) siempre llegan con un relato del aspecto más positivo de su último destino, pero para quienes llegan de haber visitado a Jardín por primera vez, ese relato se hace extenso y es difícil ponderar cual de sus encantos merece mayor dedicación para ser descrito. Se escucha con frecuencia que este es el pueblo más bonito de Antioquia, pero esta frase es el intento por sintetizar a manera de eslogan los atributos que hacen de este un destino tan encantador.

Superficie: 224 km²
Altitud: 1750 msnm
Piso térmico: Templado
Temperatura promedio: 17°C
Distancia de Medellín: 138 km al Suroeste
Fundación: 1863
Erigido municipio 1882
Gentilicio: Jardineños
Festividades: Fiestas de la Rosa celebrada el primer puente de enero cada dos años.
Actividades económicas: Agricultura: Café, Plátano, Caña y Fríjol
Ganadería: Ganado Vacuno
Turismo
Piscicultura: Explotación Intensiva y Tradicional de Trucha
Artesanías: son tradicionales las fabricadas por las monjas. Productos de cabuya como bolsos y sombreros, y pueden encontrarse piezas de barro y cerámica.
Nevado del Ruiz, una aventura inigualable
Primero se llega a la ciudad de Manizales, a 2126 metros sobre el nivel del mar, allí ya vas sintiendo que la temperatura cambia y empiezas a tener idea de lo que se avecina: un frío que tratará de congelarte los huesos. Después de recorres un poco más de hora y media por una carretera que sube constantemente hacia la montaña se llega a un lugar llamado “La Esperanza” donde comienza la vía destapada que conduce al encuentro con el imponente Nevado del Ruíz, o como lo llamaban los indígenas, Kumanday; este camino es considerado el cuarto más alto del mundo.
Observar el amanecer en los bajos del Nevado es sencillamente mágico, la montaña se ilumina con un color rojizo que hace parecer que se está en otro planeta, y alo lejos, el gran volcán, el responsable de tal vez la mayor tragedia en la historia Colombiana, imponente, inmenso, mitad gris mitad blanco, silencioso pero a la vez activo. Kumanday es una hermosa montaña de 5.321 metros ubicado en El Parque Nacional Los Nevados que reúne cinco cráteres volcánicos: El Ruíz, El Cisne, Santa Isabel (4950 m.s.n.m), El Quindío y Tolima (5.200 m.s.n.m), en su mayoría inactivos, unidos por una cima estrecha de los Andes colombianos.
Viajero al Volante
Gustavo López empezó a viajar por toda Colombia cuando apenas había cumplido los 13 años. En es entonces viajaba como ayudante en la tractomula que manejaba su papá, Don Ovidio López. La mayoría de los viajes se concentraban entre el Urabá antioqueño y el centro del país, pero en muchas ocasiones debieron viajar a la Guajira, a Venezuela y a Ecuador, convirtiéndose estos últimos en los destinos más llamativos para Gustavo.
“En esos tiempos sí le parecía a uno un paseo. Y estar la mayoría del año en la carretera, de una ciudad a otra, conociendo pueblos, paisajes que uno no se imagina en Colombia... todo eso era algo que no todo el mundo puede contar, y es algo que le tengo que agradecer siempre a mi papá. Claro que también le tocaban a uno las varadas en plena noche, y pasar varias horas sin ver pasar ningún otro carro; Eso ya hace más o menos 30 años, y cuando eso las carreteras eran muy malas, muchas estaban destapadas, entonces era normal quedarse atrancado en el lodo, o tener que esperar dos o tres días a que abrieran campo entre un derrumbe, o incluso que la guerrilla cerrara un vía y tener que buscar otro lado para llegar a donde uno iba, cuando no era que se ponían a quemar las mulas y los camiones. A mí me tocó una vez que nos bajaron de la mula y la quemaron... creo que fue llegando a Cincelejo” Gustavo revolvía su tinto mientras me contaba sus anécdotas en una pequeña cafetería de la Terminal de Transportes del Norte.
Nos encontramos allí, en la mítica terminal, pues yo le había comentado mi intención de escribir una pequeña historia sobre su experiencia, y aunque él se rió, y no estaba muy convencido, aceptó que nos tomáramos un café, para charlar, y mirar si sus vivencias sí alcanzaban para una pequeña crónica, para una breve historia. Después de oírlo la primera media hora, ya había imaginado un libro completo.
Gustavo tiene unos 45 años, especulo yo, pero lo seguro es que ha pasado más de 30 en las carreteras del país. Después de viajar un par de años como ayudante de su padre, él tomó la cabrilla por primera vez cuando cumplió 15, y sin haber manejado antes algún otro tipo de carro, o moto siquiera, logró conducir una tractomula por media hora en una larga y derecha carretera de Cartago a Cali. Después de eso, su papá le permitía tomar el control durante algunos tramos fáciles, hasta llegar a conducir durante 14 horas en un viaje a la costa con Don Ovidio descansando en el asiento del copiloto.
Así pasó unos 22 años, en los que trabajó como conductor en varias empresas de transporte intermunicipal. Durante ese tiempo, entre viajes a distintas ciudades, Gustavo conoció a una mujer en Armenia con la que comenzó un extraño noviazgo. Él la visitaba en la terminal de aquella ciudad, donde pasaban un rato mientras descansaba antes de volver a Medellín. Después de un tiempo se casaron y se establecieron en la capital antioqueña, donde tuvieron sus dos hijos.
Este año, gracias a sus ahorros, y a la insistencia de su esposa, Gustavo decidió dejar ese trabajo, y comprar un taxi, pues él no quiere dejar el volante, y tampoco quiere seguir haciendo largos viajes por carretera. Por eso ha decidido seguir transportando gente de un lado a otro, pero en recorridos más pequeños y personales.
Turismo y calentamiento global

Sitios y monumentos históricos de trascendental importancia turística como el Taj Mahal, el Coliseo Romano, y el Partenón de Atenas también se han visto deteriorados por las lluvias ácidas, un fenómeno estrechamente vinculado al fenómeno de calentamiento global y cambio climático. Incluso el famosísimo David de Miguel Ángel tuvo que ser movido de su ubicación original al aire libre en la Piazza di la Signoria a la Galería de la Academia de Florencia debido a su inminente deterioro por el mismo motivo.
El norte entre la ciencia y el conocimiento.
Entrar en un bosque tropical, salir a un humedal donde una tortuga pasa horas parada sobre una roca; sumergirse en la noche y encontrar constelaciones en las estrellas, observar los astros; y luego regresar de nuevo al día para interactuar con la ciencia y la tecnología del mundo moderno.

El parque explora es un espacio nuevo que busca la apropiación social de la ciencia y la tecnología especialmente por parte de los niños y jóvenes, basado en 5 áreas de servicio: biología, ciencias, música, recreación y tecnología y medios educativos. Pero el Jardín Botánico y el Planetario son dos espacios que estaban en crisis económica y lograron ser recuperados mediante proyectos de inversión e inclusión que benefician no sólo a la zona norte sino a toda la ciudad.
Estos dos lugares resurgieron para incluirse en las agendas culturales y rutas turísticas de la ciudad, brindando nuevas ofertas de recreación y aproximación al conocimiento y con espacios mejor adecuados para el público. Sólo al Jardín Botánico asistieron 77.889 visitantes en el primer trimestre de 2008.
Jardín con puertas abiertas

Para el financiamiento del lugar y como parte de la nueva oferta para los turistas, se inauguraron una serie de negocios dentro del jardín donde se incluye hasta gastronomía. “se crearon una serie de negocios como por ejemplo la tienda de regalos que va a quedar en el café del bosque, ahí también va a estar nuestro vivero, que en este momento está provisionalmente en la entrada al jardín. Tenemos además el restaurante que es in situ y seguimos alquilando los espacios del jardín y eso es un éxito porque tenemos el parque de las azaleas, el orquideorama, el salón Restrepo y los nuevos salones como el Mutis, el Pumboli, el salón Lineo, que permanentemente están alquilados”, comenta Liliana Salazar, coordinara de recreación del Jardín Botánico.
Además el lugar cuenta con una biblioteca, un grupo de investigaciones científicas y próximamente se construirá un mariposario. Doña Livia es una visitante de 54 años de edad, que conocía el Jardín Botánico de antaño y ahora se muestra sorprendida ante este nuevo lugar, “El jardín está muy bueno, lo han organizado de una manera especial, único. Las plantas están hermosas, es un ambiente fresco; uno entra aquí y se relaja mucho”.
La invitación que Liliana Salazar le hace a los turistas es a “disfrutar de un lugar muy agradable, un espacio natural dentro de la ciudad con unas plantas bellísimas, unas colecciones únicas en la ciudad, que sólo se encuentran en el Jardín Botánico. Además este espacio no es solamente para ver la vegetación sino también los animales ardillas, aves, el humedal: tortugas, peces y el oso perezoso que nosotros tenemos”.
Entre planetas
Los parques de la zona norte están uniendo fuerzas para ofrecer un mejor servicio a los visitantes, entre estos parque se encuentra el Planetario de Medellín. “La alcaldía tiene un programa que articula toda la oferta cultural y educativa del norte y se llama Medellín tiene norte, nos reunimos cada 15 ó 20 días y establecemos pautas comunes para establecer programaciones”, explica Francisco Gómez Muñoz, decano del Planetario.
Inicialmente estas reuniones se han enfocado en fortalecer la seguridad del sector, en la promoción de todos los servicios a través de mapas y rutas turísticos, y en montar páginas web que publiciten la oferta de los sitios de interés del norte. El planetario también ha empezado una reforma física y se proyecta reestructuración completa de éste. “La propuesta para las autoridades de Medellín es lograr que el planetario se convierta en el más moderno de América Latina, de esa forma vamos a tener probablemente un nuevo proyector planetario en el salón, nuevas atracciones y nuevas salas de exposición”, comenta Francisco Gómez.
Actualmente en el planetario los visitantes pueden disfrutar de recorridos ilustrados, más adelante se esperan shows planetarios, cine temático, obras de teatro, música, toda la oferta cultural posible. También se le va a dar una nueva vocación a otros espacios como tiendas para que haya buena calidad y buena variedad. El planetario ha sufrido dos cambios importantes, en el primero se comenzó a hacer uso de áreas olvidadas como museografía científica, mostrando aspectos planetarios y astronómicos. El segundo cambio es la reforma con la cual se pretenden construir al menos 3 nuevas salas de exhibición y reacondicionar tanto el salón planetario como el auditorio.
En la zona norte lugares como el Jardín Botánico, Joaquín Antonio Uribe, y el Planetario de Medellín, Jesús Emilio Ramirez, fueron reestructurados y se modernizaron para complementarse con parques tan modernos como el Parque Explora, además mejoran día a día sus programaciones para que el público pueda interactuar de manera más dinámica con la ciencia, la tecnología y la naturaleza. Javier Gómez concluye con que estos lugares son una buena opción para el uso creativo y recreativo del tiempo libre.
Bolombolo, corazón del suroeste antioqueño
“Bolombolo es un gamín
Durmiendo en un colchón de oro”
Juan Gómez Martínez

Bolombolo fue erigido corregimiento de Venecia en 1934, cuenta con una extensión de 141 kilómetros cuadrados, una temperatura de 28 grados y una altura sobre el nivel del mar de 515 metros.
Este pintoresco valle llamado Bolombolo, que anteriormente se conoció como La Popala, fue colonizado en 1890 por el titiribiseño Antonio Quijano y luego vendido a los hermanos Echeverri, quienes ante la demanda de tierra por el empalme en 1928 del Ferrocarril hacia el cauca, iniciaron trabajos de desmonte y venta de lotes alrededor de la prometedora Estación Bolombolo.
Con la ida del ferrocarril en la década de 1970 el pueblo continuó su desarrollo ahora de espalda al río y de frente a la vía Medellín – Bolombolo, inaugurada en 1951, que se uniría luego al suroeste con la construcción por parte de la compañía América Bridge del puente José María Escobar en 1953.
Durante sus casi 80 años de historia, Bolombolo ha tenido vocación comercial. Primero gracias al ferrocarril, del que aún quedan vestigios; y ahora de cara a la Troncal del Café por donde se movilizan cientos de viajeros.
Este corregimiento se encuentra ubicado en la parte entrante de la zona del suroeste Antioqueño. Y gracias al puente José María Escobar es la comunicación a municipios como Andes, Ciudad Bolívar, Salgar, Betulia, Concordia, Urrao, Tarso, Pueblo Rico, Jericó, La Pintada. Esta condición le permite a Bolombolo desarrollarse en su principal actividad económica, el comercio, que consiste en restaurantes, cafeterías y pequeños negocios que están ubicados en la marginal de la calle principal, que ofrecen frutas como mangos, ciruelas, mandarinas, anón, y mamonsillos, además de productos típicos de la región como pionono, colaciones y cocadas.
Aparte del comercio, la ganadería y la pesca también componen renglones importantes para la economía de la región. De estas dos actividades se deriva el sustento de decenas de familias. Claro que en los últimos tiempos Bolombolo se ofrece como un sitio atractivo para los turistas, por su clima, Por estar a orillas del río Cauca y por la belleza de sus paisajes.
Aun con este cambio John Jairo Arango un líder comunitario dice: “creo que nosotros los habitantes de Bolombolo, que tenemos nuestros hijos acá, que hemos estudiado acá, estamos viendo pasar por alto la potencialidad que tenemos por nuestra posición geográfica. Desafortunadamente, hasta ahora no han nacido unas políticas para empezar a desarrollar ese potencial que tenemos.”
BOLOMBOLO COMO ESPACIO
Rodeado de rocas aluviales incrustadas en grandes tapetes de grama, que crece en tierras casi áridas; Bolombolo es un híbrido que ha surgido de esa relación objetos, hombre, naturaleza. Pues como diría Milton Santos “todo lo que hay en el mundo ha sido manipulado”; Y es lo que se nota al observar el espacio que ocupa Bolombolo: un pequeño tramo de montaña y un valle aún más pequeño que fueron minados de casuchas, atravesados por un ferrocarril, bañados por un rió, cercenados por una troncal y unidos a otra región por un puente.
Pero para que dicho cambio llegue a notarse, fue necesario que existiera una técnica. Y en Bolombolo luego de observar y conversar con la gente se descubre que aparte de la pujanza paisa y la normal supervivencia humana, han sido las bonanzas u oportunidades las que le han dado al corregimiento todo el rostro de lo que es hoy.
Cuando se habla de bonanzas u oportunidades se hace mención a lo que ya con antelación se ha dicho; el ferrocarril, la troncal, la trilladora de café, los cultivos de naranja y el creciente turismo.
SU GENTE
Con nombres tan comunes como Jairo, Andrés, Oscar, Sandra, Claudia, Fabio, etc.… la gente de Bolombolo obedece fisonómicamente a las características de un pueblo costeño, pues trigueños en su mayoría, visten ropas bastante holgadas -casi desaliñadas-, y es muy común ver a los hombres, sobre todo en el área rural, con un sombrero alón que los protege del sol.
La gente es muy acogedora y muy dada al negocio del rebusque, pues son muchos los que al llegar los buses -o inclusive se suben- ofrecen una gran variedad de productos de la región y otros se ganan la vida de cuenta de los turistas o viajeros de paso; quienes por verlos lanzarse al Río Cauca desde el puente, les pagan la suma de dos mil pesos a los osados jóvenes que encuentran en ello una fuente de ingresos económicos.
Noche de Benecua
De niño conocí a los indígenas Embera del sur de Uraba, fui t
Por suerte conocía a Vicente Vargas, un hombre blanco que vive con ellos en la reserva La María y que de cariño es llamado Buchi. Vicente me contactó con Julio Tascón, gobernador del cabildo indígena de Valparaíso, quien me invitó a que visitara la zona y hablara con el Haibaná, médico espiritual, Horacio Tascón. La reserva indígena La María, es una de las pocas que ha logrado mezclar su cultura con la del hombre blanco sin perderse totalmente en ella.
Para llegar a Valparaíso se recorre alrededor de 110 kilómetros desde Medellín; el viaje se realiza en un lapso de 3 a 4 horas. La carretera pasa por todo el filo de la montaña, entre Versalles y Santa Bárbara a lado y lado hay abismo, hacia el horizonte está el valle farallones en La Pintada, después de atravesarlo se llega a Valparaíso.
De La Pintada a Valparaíso, se respira un aire con olores de pasto vivo al sol, de las caballerizas, de gallinas y el inconfundible aroma del ganado, ya que con los años la región ha cambiado los cultivos de caña y café por haciendas ganaderas. El viento está cargado de olores fuertes, que se confunden con un aire liviano, limpio, que entra fácil a los pulmones. Se siente una variedad de olores a madera quemada, en descomposición y por último a madera cortada.
Desde Valparaíso se divisa, La Pintada, Santa Bárbara y parte del departamento de Caldas. Antes de que se colonizara el suroeste antioqueño, los indígenas eran dueños del territorio y se vinculaban con el ecosistema desde su espíritu, hoy en día conviven en la reserva La María que está ubicada a diez minutos del pueblo justo por la carretera a Caramanta.
A pesar de la belleza colonial del pueblo, el turismo no es su principal atractivo; su economía se sustenta en la ganadería, la agricultura y la floricultura, campo que han sabido explotar los indígenas Embera con cultivos de heliconias; flor ornamental que ellos mismos organizan y convierten en arreglos ornamentales.
Gracias a un convenio con Confama y la OIA (Organización Indígena Antioqueña), han empezado a distribuir su producto a otros municipios del suroeste, con la proyección reconsolidarse en el mercado antioqueño como productores de Heliconias.
Llega la noche y camino por la carretera que conduce hacia Caramanta hasta llegar a la gran estatua de la virgen María que vigila todo el valle desde una roca negra que contrasta con su blancura; a partir de allí se ven las casas homogéneas que levantó hace cinco años la comunidad con dineros donados por finqueros de la región, cuando un temblor rajó la montaña en que vivían y se tragó varias de sus casas.
Me recibe Julio, el gobernador, en la oscuridad de la trocha; caminamos 30 metros hasta la pequeña casa finca construida con cemento y ladrillos nuevos, Vicente Vargas salió a nuestro encuentro y me presentó a los Embera (Chami). Me tiene una sorpresa: hoy habrá Benecua y me dejarán asistir.
Llego hasta la casa del Haibana y creo ver en el cielo el resplandor de un rayo, pero más tarde supe que ese es el primer llamado del haibana a la tradición de los recuerdos.
No se respiraban aires de grandes enigmas o danzas ancestrales, la imagen solo revelaba un número de personas que se reunían a pasar un sábado por la noche en un pequeño pueblo apartado de la ciudad pero cerca de la civilización gracias a los televisores, radios y celulares. Aunque en el fondo el clima de la montaña anunciaba algo que sucedería mas tarde, se albergaba un calor que alimentaba las expectativas.
Pasaron treinta minutos y varios indígenas salían del maizal junto a la casa, loma abajo, traían consigo hojas de biao y otras matas no catalogadas por el hombre blanco. Estos elementos del ritual de sanación habían sido recolectados por el Haibaná días antes y guardados, por él mismo entre la montaña. Las hojas, las flores y la albahaca eran puestas en el suelo.
El Haibaná entra de nuevo en el zaguán de la casa pero esta vez es diferente. Su voz se ha tornado más contundente y su eco suena a antiguo. Se sienta entre las hojas de plátano, biao y flores y empieza a llamar a concentrar la energía para poder contrarrestar el maleficio que dos días antes la hizo ir hasta la casa del haibana solicitando el Benecua.
Horacio sirve el trago sagrado, que ya no es más la chicha como se estilaba antes, debido a que su proceso de elaboración es delicado y dispendioso; los indígenas se acostumbraron a beber aguardiente en sus Benecuas porque lo consideran un trago que viene de la caña, de la tierra, así como los espíritus lo piden.
Al repartir el trago no se distinguen colores de piel ni asociaciones religiosas ni siquiera se pide un silencio ritualesco, basta y sobra con que los asistentes miren a los ojos al Haibana mientras apuran su trago por la garganta; y ademas que sus pensamientos sean buenos para que la sanación sea correcta. Recibo mi trago con gran ansiedad, miro al Haibaná y lo tomo rápido y sin pasante.
El enfermo es llevado al centro de las hojas y allí se le da un primer trago de aguardiente del banco (reserva) personal del Haibaná, con este trago se pretende identificar a la persona que está realizando el maleficio en contra de la señora enferma. Al tomarlo la señora ve como el rostro de la esposa de su hermano emerge del fondo del posillo; en ese instante el Haibaná le sopla la cabeza traspasando el Haibia, espíritu bueno, (Hai= espíritu y se pronuncia la H como una jota) a la señora para que ésta se defienda y pueda contrarrestar el daño que le están haciendo.
El espíritu es escogido por el enfermo y el Haibaná sirve de intermediario entre estos dos. Arreglo que se organiza con una pequeña donación en dinero o aguardiente. Pero lo más importante es que el espíritu jamás abandonará a la persona por eso es crucial saber escogerlo ya que lo acompañara el resto de su vida.
La señora convaleciente, es una indígena de 60 años que vive con su hijo y su nuera, su hermano, a quien no ve hace cinco años vive en la reserva indígena de Cristianía entre Jardín y Andes. La razón de que hace años no vea a su hermano es precisamente la esposa de él.
Ella toma tres aguardientes rezados que le proporciona el Haibaná y mientras pasan por su garganta los asistentes al ritual dicen al unísono “nos tomamos. Al terminar el Benecua la señora es rociada con agua de albahaca que el Haibaná utiliza para purificar y para que el enfermo descanse y se libere de las preocupaciones.
No se sabe cuando empezó el ritual ni cuando terminó. Al empezar el reloj estaba parado en un día pero al salir la hora era incierta y el tiempo se había ido a danzar con los espíritus.
El eco de una corneta irrumpe todo el valle y marca la hora de salida del último bus hacia Medellín. Me despide un sol que se oculta en la montaña que divide a Valparaíso y el resto del occidente. Los espíritu descansa, hoy no habrá otro Benecua.