20 de junio de 2008

Juan, cómo te fue…

Charlando con Juan Miguel se evidencia la inmensidad de un país surcado por rutas empedradas con historias de viajeros. Hojas y hojas de hierba creciendo alrededor del camino como brazos de la libertad: siempre la elección dispuesta, siempre un destino diferente. Cada paso convertido en un relato para la cena, un vaivén trocado en una exposición intensa de praderas, de la neblina, de los carros empantanados y de los rostros enrojecidos por el tiempo o la inclemencia del clima.

“Pueblos Sin Turismo”

El desarrollo turístico de Antioquia esta centralizado en ciertas regiones del departamento, por razones de clima y otros factores que atraen los turistas. Pero hoy existe una clase nueva de turistas, que buscan entrar en contacto con la naturaleza y disfrutar de una manera consiente y respetuosa de sus recursos.

12 de junio de 2008

Un Jardín para el deleite de los sentidos

Quienes acostumbran “puebliar” (salir a conocer pueblos, en recorridos de pocos días) siempre llegan con un relato del aspecto más positivo de su último destino, pero para quienes llegan de haber visitado a Jardín por primera vez, ese relato se hace extenso y es difícil ponderar cual de sus encantos merece mayor dedicación para ser descrito.

Nevado del Ruiz, una aventura inigualable


Indudablemente, para conocer lugares diferentes y ver paisajes realmente hermosos y majestuosos no necesitamos salir del país como muchos piensan, o mejor, como muchos pensábamos, eso lo comprobé cuando visité el Nevado del Ruiz.

Viajero al Volante

Cuando hablamos de viajar, siempre estamos pensando en conocer otros lugares, en disfrutar de un paseo, de unas vacaciones, de un fin de semana. Pareciera que la palabra viaje sólo fuera sinónimo de turismo. Pero no todos los viajeros lo hacen por el mero placer de recorrer el mundo y conocer sus paisajes y culturas.

Turismo y calentamiento global


Turismo y calentamiento global son dos conceptos que a primera vista no parecen muy relacionados. Sin embargo, la actividad turística se encuentra actualmente amenazada por el aumento de las temperaturas a nivel mundial, un fenómeno climático que afecta directamente a sectores vinculados al turismo como la pesca, las estaciones y los patrimonios arquitectónicos y naturales de la humanidad.

El norte entre la ciencia y el conocimiento.


Entrar en un bosque tropical, salir a un humedal donde una tortuga pasa horas parada sobre una roca; sumergirse en la noche y encontrar constelaciones en las estrellas, observar los astros; y luego regresar de nuevo al día para interactuar con la ciencia y la tecnología del mundo moderno.Todo esto se puede encontrar en un recorrido, que además incluye otros destinos turísticos de la ciudad.

Bolombolo, corazón del suroeste antioqueño


A 71 kilómetros de Medellín, en el suroeste antioqueño está ubicada una población de aproximadamente 3500 habitantes, que debe su nombre a un cacique llamado Bolombolo, él cual habitó en la época precolombina la cuenca de Sinifaná.

Noche de Benecua


De niño conocí a los indígenas Embera del sur de Uraba, fui testigo de sus costumbres y del resultado de sus curaciones con plantas y rezos, pero nunca pude presenciar un Benecua, el ritual de curación. Años después mi curiosidad se reviviría al saber que en el sur de Antioquia existía una reserva indígena que todavía practica este antiguo ritual.

La concha el cascarón, y el pueblo la perla

La historia y los años, parecen que se hubiesen detenido, parece como si todo por lo que la sociedad a atravesado, el olor a la guerra, el olor a civilización y consumismo nunca hubieran llegado a concepción.

Deguste el ”camarón antioqueño”

Explorar una nueva gastronomía en un destino turístico que nunca hemos llegado a ir, es quizá un poco riesgoso, sin embargo un proverbio francés nos invita a que “el descubrimiento de un nuevo plato hace más en beneficio del género humano que el descubrimiento de una estrella”. Pero generalmente dejamos los placeres de la mesa para ocasiones especiales, momentos únicos en los que por primera vez probamos combinaciones de sabor que no pensáramos que fueran posibles.

Carolina del Príncipe, más que un nombre de la corona


A 3 horas de Medellín, en la región Norte de Antioquia, la muy reconocida por sus balcones y balnearios, es hoy por hoy uno de los principales sitios de destino turístico para visitantes y propios que pisan territorio antioqueño.

Carlos E. Restrepo: El barrio bohemio de Medellín

Como el Soho en Londres, el Monmartre en París, el Greenwich Village en Nueva York o el Barranco en Lima, Medellín, también tiene su propio barrio bohemio. Un espacio para estudiantes, artistas, diseñadores, poetas, en fin, amantes de la bohemia, que se funden entre la gran multitud de personas que transitan por este barrio.

Hotel San Fernando Plaza de Medellín, un lugar exclusivo, con estilo y con muchas estrellas…



El pasado primero de noviembre se inauguró el Hotel San Fernando Plaza de Medellín y a pesar de su corta trayectoria, hoy es, uno de los hoteles preferidos por las estrellas y los altos ejecutivos que visitan la cuidad.

10 de junio de 2008

Deguste el ”camarón antioqueño”

Por: Juan Esteban Maya Toro

Explorar una nueva gastronomía en un destino turístico que nunca hemos llegado a ir, es quizá un poco riesgoso, sin embargo un proverbio francés nos invita a que “el descubrimiento de un nuevo plato hace más en beneficio del género humano que el descubrimiento de una estrella”. Pero generalmente dejamos los placeres de la mesa para ocasiones especiales, momentos únicos en los que por primera vez probamos combinaciones de sabor que no pensáramos que fueran posibles.

La cultural paisa se caracteriza por poseer una amplia variedad de platos típicos de su regiones, muchos de ellos son heredados por las familias, especialmente de las abuelas. Sopas, postres, dulces, carnes y son un fin de delicias que a los antioqueños nos han dado a reconocer en el ámbito gastronómico y de ahí nuestra fama por la conocida bandeja paisa.

Pero lejos de este plato antioqueño quedan otras rarezas culinarias características de nuestra idiosincrasia, este es el famoso “camarón antioqueño” o mejor dicho la chunchurria, una comida que según los expertos como Wilfrido Santos Narváez, quien desde hace 25 años ha estado a la venta callejera de este plato, es comida exótica, que levanta lo ánimos, sirve para acompañar una noche de licor e incluso le son atribuidos poderes "levanta muertos" para los borrachos.

La chunchurria es, para los no iniciados, un manjar delicado que exige una preparación esmerada como muchos otros latos de alta calidad. Conocida también como chunchullo en algunas regiones del país, la chunchurria es la parte del intestino delgado de la res, del cerdo o del cordero, que se come asada o frita.

Después de hervir el intestino, se procede a la tarea de sazonarlo con un guiso especial basado en tomate y otros aliños que varía en matices según nuestro cocinero, que tiene su puesto de comidas en el barrio Buenos Aires, en un sitio denominado “El Palacio del Colesterol” situado junto a la Iglesia del Sagrado Corazón en Medellín, y hoy por hoy está posicionado como un referente del sector que es frecuentado por todo tipo de personas. Dicen los vendedores que hasta "gringos" se han visto por el lugar, ansiosos por probar la comida callejera.

Pero eso sí, hay que cerciorares de que estos sitios de comida cumplan con las condiciones de aseo, por ello muchos de sus vendedores aseguran que son fieles a las normas de higiene que determina la sanidad. “Es necesario lavar bien la chunchurria, que no esté muy grasosa, aliñarla, ablandarla y asarla a la plancha” dice nuestro "chunchurrólogo" profesional, Wilfrido Santos.
Dedicado al “trabajo de campo con la cocina callejera contemporánea” Wilfrido en una autoridad en el campo de los alimentos procesados artesanalmente para el consumo masivo en Buenos Aires.
Él sabe que cualquier cuerpo sápido es necesariamente oloroso, que le sitúa tanto en el ámbito del olfato como el del gusto. Sabe que nada se come sin olerlo con más o menos reflexión, y cuando se trata de alimentos desconocidos, la nariz hace siempre de centinela avanzado que grita “¿quién vive?”.

Aunque este popular intestino es el más apetecido, también vende perros, hamburguesas, chuzos y arepas de chócolo, que también hacen parte de el resto de comidas callejeras de nuestra ciudad.

Por lo que cuentan el hambre despierta entre las 8 y las 11 de la noche, que es cuando los clientes se arremolinan en torno a los carros humeantes, atraídos por el olor a carne o por las arepas de chócolo que se ven apiladas unas sobre otras a la manera de una montaña fofa.

Aunque en esta calle de fritanga la chunchurria es reina, el menú gastronómico lo completan en menor medida la pizza, los panzerottis, la longaniza y la butifarra. Mejor dicho, hay opciones para todos los paladares.

"Cuando yo comencé estaba solito aquí. Todos los que están aquí fueron ‘camelladores’ míos, todos me pusieron competencia y todos vendemos. Todos somos iguales" responde Wilfredo, que no admite rivalidades en el sector.

Wilfredo, que comenzó vendiéndola en Bogotá, reconoce que todo inicialmente es difícil, pero por fortuna este ‘camarón antioqueño’, como él mismo lo llama, ha gustado bastante. "Al principio yo pensaba que esto no iba a pegar aquí en Medellín. Cuando yo comencé, tiraba la chunchurria y todo el mundo decía ‘¡Ah, eso que asco!’ Entonces yo dije: eso aquí no va a pegar".

Contrario a esta predicción, lo que para unos es manjar y para otros se antoja nauseabundo, se ha posicionado en el sector. Nadie puede evadir su olor y casi ninguno de los que se acerca a comer se va sin conocer el indescriptible sabor de la chunchurria, que se puede adquir por la módica suma de 1.500 peso en adelante en estos lugares de comida ambulate.

Para Wilfrido lo que viene por dentro es lo que más le gusta la gente y cuenta que el Palacio del Colesterol es visitado por personas de diferentes rincones de la ciudad y otras más que vienen desde Envigado, La Estrella, Rionegro, municipios de Medellín, porque tienen en este barrio un buen destino para ir a comer.

Carolina del Príncipe, más que un nombre de la corona

Por: Jheyson Leandro Matinez

A 3 horas de Medellín, en la región Norte de Antioquia, la muy reconocida por sus balcones y balnearios, es hoy por hoy uno de los principales sitios de destino turístico para visitantes y propios que pisan territorio antioqueño.
Y es que la fama no la ganó de momento ni gracias a Juanes, cantante paisa que en sus primeros años recorrió las calles de este municipio. Carolina del Príncipe, antes conocida como Santa Isabel, se ha labrado nombre gracias a sus atractivos arquitectónicos, sus fuentes hídricas, sus amplias zonas verdes cercanas a la cabecera municipal y por ser uno de los municipios lecheros de esta región.

¿Qué lugares puede visitar?

Si va a Carolina no olvide ir bien abrigado, aunque la calidez de su gente lo hará sentir en familia, los 19ºC de temperatura lo pueden poner en apuros. Declarado patrimonio arquitectónico, lo primero que debe visitar es el parque del pueblo. Único en Antioquia, y rodeado por casas con balcones coloniales, este sitio es el abrebocas para los demás atractivos.

La Iglesia por nombre La Inmaculada Concepción es otro sitio único, con más de cien años de creación, cuenta en su interior con detalles de arquitectura que solo encontrará allí. Además, en sus partes altas, balcones miniatura forman una colonial imagen de clase y dedicación.

En el tema hotelero, el municipio cuenta con 4 sitios en la plaza central. Precios que van de 20.000 hasta 75.000 pesos por noche, con posibilidad de alimentación y reservación telefónica. Además, en cercanías del municipio podrá encontrar 2 hosterías con posibilidad de alojamiento, propias para estar en contacto con la naturaleza y alejarse del bullicio matutino.

En la parte rural, Carolina del Príncipe tiene 6 veredas, una de ellas La Vega, famosa por sus charcos y una caverna para hacer espeleología. Si desea caminar y tener una imagen del municipio en su totalidad, el monte de La Cruz es sin lugar a dudas uno de los balcones más bellos y tranquilos, no solo para ver a Carolina sino para disfrutar de una amplia vista de la región del norte antioqueño.

Con un poco más de tiempo podrá llegar hasta uno de los 2 embalses del municipio, Miraflores o Troneras y caminar hasta el antiguo cable, medio de transporte utilizado en otrora por los habitantes del municipio y sus veredas.

Y en cultura

Si decide visitar Carolina los últimos meses del año podrá encontrarse con el Festival de los Balcones, celebrado el segundo puente de noviembre, las Fiestas de La Conchita o el Festival Nacional de Danza, en el mes de diciembre. De igual modo, la Casa de la Cultura Sergio Vélez Vélez y el Museo Religioso podrán darle un viaje por la historia del municipio, uno de los más antiguos de esa región.
Así que, si yo fuera usted, estaría pensando en empacar cámara, abrigo y muchas energías para disfrutar de Carolina del Príncipe, su gente y sus atractivos turísticos.


Datos para tener en cuenta:
Costo del pasaje
$ 8.500 bus y 9.500 microbús

Tiempo de recorrido
2 horas 30 minutos
Municipios cercanos
Gómez Plata
Guadalupe

Juan, cómo te fue…


Por: César Jaramillo

Charlando con Juan Miguel se evidencia la inmensidad de un país surcado por rutas empedradas con historias de viajeros. Hojas y hojas de hierba creciendo alrededor del camino como brazos de la libertad: siempre la elección dispuesta, siempre un destino diferente. Cada paso convertido en un relato para la cena, un vaivén trocado en una exposición intensa de praderas, de la neblina, de los carros empantanados y de los rostros enrojecidos por el tiempo o la inclemencia del clima.


Al escuchar la narración de un caminante y periodista en función de ambas, se puede advertir esa extraña sensación poco asequible. Una descripción de cada lugar y comienza el recorrido guiado por el momento, a dejar que la imaginación se extienda hasta las montañas y ese gris opaco capaz de trasladar tu mente hacia las llanuras asiáticas sumerja los sentidos en una añoranza difícil de ignorar. Como presentador del programa “Relatos de viaje”, contempló la belleza de los municipios antioqueños con un sombrero que lo convirtió en personaje conocido, y el oído atento a las historias existentes en cada pueblo. Un espacio de la televisión regional destinado a la tradición de una raza, la riqueza cultural y natural que sólo algunos han alcanzado a conocer.
Comunicador social, nuestro hidalgo aventurero consiguió combinar dos pasiones al presentar una faceta diferente del departamento. Un periodismo profundo, poco comercial, agradable sin más por unas experiencias únicas, poblados y dimensiones de una Antioquia tan extensa como diversa. Nos sentamos a tomar café, y de repente hemos conversado unos 50 minutos sin ningún tipo de intervención. Conocer a los Rolling Stones en Buenos Aires (Argentina), Describir las dificultades de un trayecto por trocha, el recóndito Marmaco y las minas que lo convierten en bastión minero semejando la novela de Soto Aparicio.
El formato del programa (creado para reemplazar el costoso espacio de “Venga a mi pueblo”), se diseñó pensando en un personaje de sombrero, foráneo y curioso, conociendo la extensión y oferta de los sitios visitados. Lejos de aceptar el oficio por la paga, la labor era poner a prueba la creatividad y mostrar a todo televidente que plácidamente reposaba en su hogar, una nueva experiencia a sus ojos. El primer contacto, realizado por teléfono con la casa de la cultura, dejaba unos apuntes, algunos nombres, y los paisajes obligados de la belleza antioqueña. En cuatro aspectos se desmembraba el recorrido: Algún lugareño conocedor de la historia, los músicos o grupos de danza, el artesano de la orfebrería y el atractivo natural de orgullo para el pueblo.

Con un poco de ayuda, las habilidades de la rutina, y un buen mapa, el carro engalanado con el símbolo de telenatioquia evitaba retenes de las autoridades y les aseguraba una bienvenida calurosa sin importar el destino. Nunca amedrentados por la inseguridad, sin tener entre sus crónicas alguna descripción detallada de un robo o la inconformidad por su presencia, todos los que hacían parte del equipo pasaban la noche donde fuera posible, degustando las delicias del campo y prestando especial atención a las supersticiones, a las figuras representativas que permitían el alarde y a las particularidades de cada tradición.

Anécdotas sobran, aunque sea complicado recordar todo lo sucedido en un solo coloquio. Algo no se olvida, claro está: el calor de la gente, la sencillez y su capacidad de servir sin esperar recompensa alguna.
“A Peque se llega culebreando, luego de subir la montaña y comenzar el descenso hasta el casco urbano. Cuando estuvimos allá, antes de llegar, se escuchaba el ruido de un comité de bienvenida, con comparsa y todo. Incluso el alcalde esperaba la llegada del carro, y nos recibieron de una manera única.”

En semejante quehacer, Juan Miguel se adiestraba como viajero al tiempo que adquiría el sentido periodístico de la observación minuciosa. Acostumbrado entonces a los paseos familiares en toda época del año, y enfrentado al reporterismo de andariego, su preferencia se dirige hacia la práctica rústica, sin comodidades: itinerarios de selva, playa desierta o un parque tayrona majestuoso al caer la noche con su cielo estrellado. Son Isla fuerte o San Bernardo del viento, los lugares que en su prolija historia provocan ser visitados con una carpa al hombro, un grupo selecto de personas y nada programado.
A su juicio, una lista de tres sitios debe ser presentada a los turistas cuando dejen caer el peso de su equipaje en territorio Colombiano: Frente al imponente pacífico, las playas agrestes de Triganá, cerca de San Francisco, lejos de la zona concurrida y pletórica de hoteles y casetas. La laguna de la Cocha, en Nariño, con un paisaje extenso rodeado por las cabañas de vivos colores y jardines que se alzan sobre vigas de madera, para evitar los estragos de la creciente. Por último, el vestigio colonial de Mompox, recuerdo conservado del pasado, que admirado desde las alturas semeja una alfombra elaborada con copas de árboles.
Al terminar nuestra conversación, queda en mi memoria un pequeño recorrido por el terruño cruzado por las montañas, las llanuras y los valles, las playas y las arenas, los rostros que esperan a la vera del camino, pero más importante, un breve recuento de una historia que posiblemente no termine pronto, la de Juan Miguel periodista y Juan Miguel el viajero.
Los viajes, los hermosos viajes. Somos tan pequeños y tan exiguos, tan reducidos como una mancha en un universo infinito prologándose hasta la oscuridad. Sólo el conocimiento brinda esa efímera plenitud, la promesa de nuevas imágenes a nuestros ojos mortales, los placeres secretos en cada cultura y en cada rincón de la tierra que se nos presenta como una bandeja dónde es posible degustar la realidad de los campos, de los pueblos y de las costumbres.

Carlos E. Restrepo: El barrio bohemio de Medellín

Por: Jonathan Andrés Montoya Correa

Como el Soho en Londres, el Monmartre en París, el Greenwich Village en Nueva York o el Barranco en Lima, Medellín, también tiene su propio barrio bohemio. Un espacio para estudiantes, artistas, diseñadores, poetas, en fin, amantes de la bohemia, que se funden entre la gran multitud de personas que transitan por este barrio. Si usted se detiene por un instante, mira a su alrededor y se olvida por un momento en donde está parado, fácilmente podría confundirse con una ciudad europea. Y es que es precisamente ese ambiente a media luz, acompañado de la buena música que sale de los diferentes locales y esos cafecillos que parecen sacados de una plaza de Barcelona, los que le dan a este barrio, un particular aire cosmopolita.

Llegué allí, referenciado por un buen amigo, que me dijo que en “La Comedia”, vendían los mejores “palitos” de queso de toda la ciudad. No tengo ni idea de cuantos palitos de queso llegó a comerse para poder tener un punto de comparación con los de La Comedia, pero a mí me bastó con uno para darle la razón. Y es que por tan solo 2.800 pesos, usted no solo estará disfrutando de una delicia típica de nuestro país, sino también de buena música y una escueta atención, propia de esta clase de sitios, donde la gente prefiere las conversaciones y las tertulias, a ser molestados cada cinco minutos por un mesero que se acerca con cualquier falsa excusa.

La Comedia es uno de esos sitios que uno no podría diferenciar muy bien entre un bar, un café o un restaurante, así que opté por llamarlo de esa forma simplista que utilizan muchos cuando quieren definir un sitio pero no pueden: Un Café bar. La luz de tonalidad amarilla es algo tenue, lo que permite un ambiente cálido e íntimo. Y el sonido de la música, que apenas si se escucha, permite tanto las conversaciones acaloradas, como aquellas que son menos apasionadas.

En La Comedia, podrá encontrar estudiantes, filósofos, poetas, cuenteros, o escritores, y si usted es uno de esos amantes del existencialismo, entonces, fácilmente podría entablar conversación, con un perfecto desconocido y darle respuesta a sus mas profundas. ¿O quién sabe? Podrían sorprenderlo con una presentación musical o con una tertulia de poesía, que amenice su noche mientras degusta de uno, dos o varios “palitos” de queso.

“Ciudad Café”, por su parte, ofrece un ambiente menos acogedor, pero mucho más fresco y juvenil. Un ambiente que atrae con su particular magnetismo a un sinnúmero de estudiantes universitarios. Esa noche, no encontré mesa disponible en “Ciudad Café”, por lo que tuve que optar por una decisión menos cómoda, pero más agradable: La barra. El “Burrito de Carne”, es una de sus especialidades, pero debe tener en cuenta que la cocina no estará abierta toda la noche, así que si quiere ir a comer, debe considerar esta opción primero que las demás. Aunque también puede disfrutar de un cocktail o de la amplia carta de licores nacionales. Yo, personalmente prefiero los cocteles, preparados ante la vista del cliente y que conservan en su presentación finos detalles como la decoración de la copa.

Pero el barrio Carlos E Restrepo, no se reduce única a la vida nocturna. En el día, también respira un exquisito aire intelectual, que es capaz de intimidar hasta al más desprevenido transeúnte, no en vano, este barrio se destaca porque en le viven una gran cantidad de profesores universitarios, en ejercicio de su profesión o jubilados. El Museo de Arte Moderno, queda ubicado precisamente en este sector, en el mismo corredor peatonal que de noche, da paso a los bohemios, al tango, al rock en español o a la música de protesta.

El MAMM, como es conocido por sus visitantes, fue fundando en 1978, y uno de sus objetivos es la conservación y divulgación de las diferentes manifestaciones de arte contemporáneo de Medellín, Colombia y el mundo. Diariamente, asisten a este lugar, cientos de visitantes deseosos de conocer la obra de la artista preferida del museo, la pintora antioqueña Débora Arango. Pero el MAMM no esta consagrado únicamente a esta mujer, pues por sus salas, diariamente se exponen obras de destacados pintores antioqueños, al igual que de jóvenes artistas que quieren dar a conocer su trabajo. El MAMM, no solo atrae por la calidad de su arte, sino por los ciclos de cine y algunas presentaciones especiales que ofrece en sus instalaciones.
Su fachada, combina muy bien con los demás sitios del lugar, y en la noche es victima de una preciosa luminosidad amarilla que le confieren un aire de grandeza y lo destacan entre la multitud de caminantes. El MAMM, también cuenta con su propio restaurante-café, llamado La Tienda del MAMM, un sitio donde se combinan el arte y la buena mesa para deleite de los comensales, al mismo tiempo que funciona como un almacén donde podrá adquirir algunos “souvenirs”.

Por su cercanía, la Biblioteca pública Piloto de Medellín también hace parte de este sector bohemio de la ciudad. Y la verdad, yo me lo pensaría más de dos veces antes de recomendar una biblioteca, como sitio turístico de la ciudad a un visitante extranjero. Pero vale la pena conocerla, puès más allá de un montón de estantes repletos de libros, la Biblioteca Pública Piloto ofrece a sus visitantes exposiciones de arte, ciclos de cine independiente e incluso veladas de lectura de las que pueden disfrutar todos los asistentes. La BPP, está a solo dos cuadras de los abres y cafés de Carlos E. Restrepo. Separada únicamente por un pequeño bosquecillo, lo que convierte este barrio en uno de los sectores con mayores zonas verdes dela ciudad. Y es que por doquiera que se mire, uno encuentra pequeños parquecillos que interrumpen su tranquilidad para darle paso a los noctámbulos. Parquecillo que son respetados por los visitantes como un miembro más de la comunidad. Debo admitir que en Carlos E. Restrepo, es el único lugar donde la frase Cultura Ciudadana cobró algún significado para mí.


En la plazoleta, si el dinero no alcanza para una buena comida, seguramente bastará para un par de cervezas, compartidas por un grupo de amigos, sentados en cualquier rincón del parque. Y eso es precisamente con lo que me encuentro al terminar mi recorrido. En Carlos E. Restrepo no importa mucho la comodidad, ni el dinero, pues se puede gozar la noche bohemia de tantas y tan variadas maneras que no hacerlo, significa perderse de una noche cargada de un especial colorido. La gente, la música, el ambiente del lugar y esa fraternidad que parece respirarse en todos los rincones es lo que hace de este lugar uno de mis preferidos. Uno que muestra una cara totalmente distinta de esa ciudad que juramos conocer tan bien. No se trata solo de rumba y sitios de moda, Carlos E Restrepo se abre para todos los visitantes que estén dispuestos a conocerlos y a vivir una experiencia distinta. Hubo algo que siempre me llamó la atención y creo que es necesario que lo mencione. En Carlos E. Restrepo se puede conversar, por un par de horas me olvide de la palabra ruido.

“Pueblos Sin Turismo”

Por: Camilo Calle
El desarrollo turístico de Antioquia esta centralizado en ciertas regiones del departamento, por razones de clima y otros factores que atraen los turistas. Pero hoy existe una clase nueva de turistas, que buscan entrar en contacto con la naturaleza y disfrutar de una manera consiente y respetuosa de sus recursos.

Antioquia por estar en medio de la región andina y de los andes de Colombia goza de bosques y reservas naturales que no han sido aprovechadas a fondo para la explotación turística, es el caso de muchos municipios que no gozan del clima y de las playas, pero que tienen unas reservas naturales que deberían ser explotadas a fondo, no solo para mejorar su economía, sino para que la gente entre en conciencia de cuidar los bosques y la naturaleza.

Entre los municipios que padecen este olvido turístico esta el caso de Heliconia, un pueblo incustrado en medio de la montaña donde hace muchos años se producía sal y de esta industria solo queda las chimeneas ladríllentas y corroídas de los fogones donde secaban el agua salada para extraerle el mineral, como principal atractivo turístico. Pero lo que nadie ha visto es el potencial natural que este goza.

Al estar rodeado de montañas llenas de bosques las explotaciones del turismo de naturaleza se podría realizar, explorar las rutas indígenas, ya que este municipio tuvo asentamientos indígenas en el pasado, realizar cabalgatas en los alrededores para disfrutar del paisaje montañoso, hacer observaciones de la misma naturaleza y su fauna, hasta realizar deportes extremos como el rafting y demás acuáticos de río que se podrían realizar.

El tema se repite en muchos municipios que están olvidados por el turismo, pero que gozan de los recursos naturales para explorar y explotar, lo único que falta son las políticas del estado que cobijen de una manera el desarrollo turístico de estos lugares y así de una manera diferente crear medios de ingresos para sus habitantes.

Hotel San Fernando Plaza de Medellín, un lugar exclusivo, con estilo y con muchas estrellas…


Por: Margarita Múnera

El pasado primero de noviembre se inauguró el Hotel San Fernando Plaza de Medellín y a pesar de su corta trayectoria, hoy es, uno de los hoteles preferidos por las estrellas y los altos ejecutivos que visitan la cuidad. ¿Por qué? se preguntaran muchos, pero son varias las razones para elegirlo.

Para empezar, el Hotel hace parte del proyecto mixto San Fernando Plaza, un centro empresarial y comercial ubicado en el sector de la Milla de oro del Poblado, lo cual garantiza la cercanía de las mejores tiendas, restaurantes, centros comerciales y centros financieros para satisfacer las necesidades y los gustos más exclusivos de sus visitantes.

Otro atractivo de este Hotel es su arquitectura contemporánea, combinada con elementos antiguos y exclusivas obras de arte que transportan a sus visitantes en un oasis para el trabajo y descanso. También ofrece como valor agregado medidas de seguridad que garantizan la privacidad y tranquilidad de sus huéspedes.

El hotel cuenta con 170 habitaciones, algunas de ellas son suites para clientes especiales, pero todas, sin distinción están dotadas con tecnología de última generación, Internet inalámbrico, pero lo mejor, es la vista panorámica que tiene cada una ellas de la ciudad de Medellín.

La zona húmeda de San Fernando plaza es única en la ciudad, pues está ubicada en el octavo piso, lo que la hace que además de tener una vista privilegiada, conserva la privacidad de sus clientes, incluso, más que ser una zona húmeda es un Spa pues ofrece los servicios de masajes, piscina, salón de belleza, sauna, turco, gimnasio.

El hotel cuanta con servicios de Room Service, restaurante de cocina fusión, lavandería 24 horas, Salas VIP. También cuenta con 4 salones con servicios de alta tecnología en imagen, sonido, Internet con lo que responde a las necesidades de eventos empresariales y sociales.

Janeth Ríos, comunicadora del Hotel comentó la gran satisfacción que sienten pues en semana el Hotel tiene una ocupación total o casi total, además han sido escogidos como lugar de hospedaje de artistas tan importantes como Miguel Bosé, Piero y Fanny Mikey.

San Frenando Plaza piensa también en otros públicos y ofrece la opción de Plan Weekend para la familia por solo 179 mil pesos. Así mismo ofrece los planes de noche de bodas y aniversarios con un costo de 229 y para el día del padre, el próximo 15 de junio, tiene programado una celebración especial con parrillada argentina, show de baile internacional, Mario Acevedo, el mejor mariachi de Colombia, música en vivo, rifas y otras sorpresas por sólo 35+iva. Con todo esto, tal y como lo dice su slogan, el Hotel San Fernando Plaza es comodidad y estilo. Para mayor información y reservas puede comunicarse al (574) 444 5353 de Medellín o visite la pagina Web http://www.hotelsanfernandoplaza.com/

Un Jardín para el deleite de los sentidos

Por:
John Roberth Grajales Vagas
turrunguis@hotmail.com
Quienes acostumbran “puebliar” (salir a conocer pueblos, en recorridos de pocos días) siempre llegan con un relato del aspecto más positivo de su último destino, pero para quienes llegan de haber visitado a Jardín por primera vez, ese relato se hace extenso y es difícil ponderar cual de sus encantos merece mayor dedicación para ser descrito. Se escucha con frecuencia que este es el pueblo más bonito de Antioquia, pero esta frase es el intento por sintetizar a manera de eslogan los atributos que hacen de este un destino tan encantador.

Este es el “pueblito paisa” por excelencia, la arquitectura de sus casas y el colorido de los balcones engalanados con flores de la región son en sí mismos un atractivo al visitante. Está habitado por unas 17.000 personas que a punta de sencillez y calidez hacen sentir como propios a los visitantes que llegan al pueblo. Este lugar tiene personalidad propia y el lugareño se siente orgulloso de su origen y herencia, de allí se explica que el paso del tiempo no deteriore sus edificaciones, por el contrario estas las preservan de manera excepcional que hasta parecen maquilladas para una fotografía postal. Su gente, de hablar pausado y apacible, goza de una generosa amabilidad y brinda al turista un familiar cuidado y atención para su amaño. Son excelentes anfitriones y tanto viejos como chicos están al tanto de los sitios que obligatoriamente deben ser visitados por las personas que llegan a sus territorios.
Nuestra visita a Jardín fue de un solo día, insuficiente por demás, para poder disfrutar de todas las actividades ofrecidas. Este se encuentra a unas tres horas y media de Medellín, en carro, y se llega tomando la ruta del café a 138 kilómetros, haciendo de este el municipio más alejado de la región del suroeste. En mi caso, dos horas y media bastaron para llegar sin parar, a través de la serpenteante carretera, que hace que el viaje en moto sea ideal no tanto así para los que viajan en vehículos. La vía está completamente pavimentada y el buen mantenimiento la conserva libre de huecos, sin embargo el invierno ha hecho de las suyas y en algunas partes los derrumbes han reducido la calzada a paso en un solo carril.
Lo primero que nos impresionó es el meticuloso trazado de calles y carreras que está debidamente cuidadas y su pavimento en excelentes condiciones, sumándole a eso, su impecable apariencia. En el casco urbano se conservan en inmejorables condiciones las casas antiguas y establecimientos que testimonian de manera silenciosa las características de la arquitectura poscolonial antioqueña de los siglos XIX y XX. Los negocios comerciales hacen lo suyo para encantar al invitado, desde fondas y cafés tradicionales hasta pequeños restaurantes que con coloridos manteles y elementos decorativos naturales acogen y reciben la clientela en el más familiar de los ambientes.
En la plaza nos indicaron que no podíamos dejar la moto allí, pero en una calle vecina dos pequeños de seis y siete años se ofrecieron a cuidarla. No sería necesario, porque además de la belleza, el pueblo goza de fama de ser seguro. Este par de chicos no cuidaron nuestro medio de transporte, prefirieron hacerse guías en nuestro recorrido. Los dos Sebastián, conocían mucho de los atractivos de su pueblo y de una manera casi recitada iban sugiriendo ir a uno u otro lugar.
La plaza principal lleva el nombre de Parque El Libertador y a diferencia de muchos en Colombia, no tiene a Bolívar eternizado en una estatua. Los monumentos del parque son dos, el de La Madre y el Obelisco a los Fundadores, ubicados a los costados de la margen sur. La plaza empedrada fue declarada Monumento Nacional en 1985 y su belleza radica en su perfecto trazado y su suelo construido con rocas del rio Tapartó. Los establecimientos comerciales que lo circundan, han puesto también en ella sus coloridas mesas y sillas al aire libre, para ser utilizadas por los visitantes y para embellecer a partir de los dibujos de estampas de escenas tradicionales inmortalizados en los espaldares de cuero de algunas sillas.
La Iglesia de la Inmaculada Concepción es otro orgullo local pues también goza con la declaración de Monumento Nacional desde 1980. Su construcción demandó 14años y en ella se emplearon piedras talladas, sangre de toro y barro como los principales elementos constructivos.
Nuestros precoces guías nos llevaron a la truchera más cercana al pueblo en la vereda la Salada donde funciona, además de los estanques donde se cultiva el pez, la molienda, lugar donde los fines de semana se puede observar todo el proceso que se hace con la caña de azúcar hasta la obtención de panela. El olor en el momento de la producción no puede ser más agradable, mientras se cuecen las mieles y el guarapo extraído de de la caña por medio de un molino artesanal propulsado por agua, los trabajadores del trapiche van indicando pacientemente los detalles del proceso, y la destinación de los productos allí obtenidos. Nos dimos a la tarea de recorrer el lugar y preguntar por los más mínimos detalles del proceso y de probar a dedo la panela antes del paso de moldeado, al final, lo único que hizo falta fue un diploma de paneleros certificados.

Allí también funciona un restaurante en el que sirven trucha fresca ya sea recién pescada por uno mismo u otras que tienen en inventario para quienes quieren evitarse el paso anterior. Hizo mucha falta una carta que nos permitiera observar con detenimiento la oferta gastronómica del lugar y sobre todo para evitarse uno la necesidad de preguntar los precios para poder hacer estimados sobre el dinero que uno lleva. La comida no es costosa y las truchas cuestan en diferentes presentaciones entre 9.000 y 15.000 pesos. Dese luego que hay más productos pero a falta de un menú, uno termina ordenando por consejo de las meseras. Al final de nuestro almuerzo vimos pasar algunos platos de comida típica antioqueña y unos plátanos calados que se veían muy llamativos, pero no quisimos ordenar más para dejar espacio para la tienda de los dulces.
Después del almuerzo salimos en busca de un buen café y este no es difícil de hallar en un pueblo de tradición cafetera. Muchos de sus establecimientos comerciales alrededor del parque elaboran el tinto con café de la región, que es recogido, secado y trillado por la Cooperativa de Cafeteros de los Andes para luego ser empacado en bolsas herméticas y vendido como café Citará, nombre que hereda de los farallones que custodian el municipio.
Elegimos sentarnos en el Café de los Andes un negocio que fusiona lo mejor del producto tradicional con una moderna decoración y una máquina italiana para la elaboración de diversas variedades de café. Tinto, expreso, capuchino, mocachino, cafés helados o bebidas colas de café se encuentran a disposición. La frescura del tinto es inmejorable, con mucho cuerpo, con mucho aroma, con un delicado amargo que hace que uno haga tiempo para ordenar otra taza. Nos cuenta la empleada que este negocio tiene tiendas en Andes y Ciudad Bolivar, también pueblos ubicados en esta región cafetera y que exportaron su propuesta a Medellín donde abrieron tiendas dos lugares turísticos de la ciudad: Centro Comercial Oviedo y Plaza Mayor.
Dulces del Jardín se llama el negocio que la familia Cruz Arango emprendió hace 14 años y que hoy los sitúa como un lugar de obligatoria para quienes visitan el municipio. Doña Mariela recogió varias recetas de dulces tradicionales de la región y fue desarrollando otras a petición de sus clientes. Hoy en día su portafolio ofrece más de 80 variedades de dulces, bocadillos, mermeladas y antojitos de cuanta fruta y producto existe. Desde el tradicional bocadillo de guayaba, la gelatina de pata y la mermelada de mora, hasta yogur casero, bocadillo de uchuva y mermelada de rosas se pueden degustar en su negocio haciendo de su forma de mercadeo un exitoso modelo promocional que hace que quien entre a su local, se vea en la necesidad de llevarse algo. Sin hambre y sin reparo, le ofrecen a uno prueba de lo que usted señale o pregunte, hasta los pequeños guías recibieron de su propietaria una porción de arroz con leche para cada uno, a manera de fidelizar a sus principales promotores. El paladar y el olfato se degustan en el interior de la tienda y como niño pequeño uno termina apenado sin querer recibir más ante la abundante oferta de productos por probar, uno termina apuntando a lo más exótico y extraño para terminar comprando un par de productos, o los que permita el presupuesto. Su idea de negocio le ha merecido a dona Mariela Arango varios reconocimientos en concursos de emprendimiento y de ideas productivas organizados por la Administración Departamental y por entidades promotoras de actividades productivas.
Nuestro recorrido por el pueblo incluyo la visita al Cable Vuelo, un moderno teleférico que acerca la vereda La Salada o el cerro de Cristo Rey. Por $5.000 se hace el recorrido de cuatro minutos sobre un cañón de unos 400 metros de profundidad. Desde la cima del cerro se ofrece una inmejorable vista panorámica total la parte urbana de Jardín donde se avistan el Hotel Hacienda Balandú de Comfenalco en su extremo sur y el cementerio, su edificación más al norte.
El tiempo pasa deprisa y más aun cuando se está pasando bien, Jardín no es un destino para visitar en un solo día, las casas han adecuado habitaciones para alojar a los visitantes, y dependiendo de la época del año, se pueden encontrar desde 15.000 pesos la noche hasta ofertas en hoteles con toda la alimentación incluida por unos 80.000 pesos. Además de un poco de plata se necesita tiempo para abarcar toda la oferta turística del municipio, que con un esfuerzo gratamente recompensado se ha constituido en uno de los destinos turísticos de mayor crecimiento en los últimos lustros. El don del servicio hace parte de la idiosincrasia de sus pobladores y la atención al visitante hace que uno quiera regresar pronto.
En nuestro viaje faltó visitar otras trucheras que ofrece el municipio, además de las salidas a la Cascada Salto del Ángel, a 15 Km en la vereda La Salada; La Cueva el Esplendor, en la vereda La Linda, a 10 km; Patrimonio Cultural Étnico Resguardo Indígena de Cristianía, a 12 km donde habitan unas 1500 del grupo étnico Emberá Chamí; Parapente desde el Alto de Las Águilas, a 5 minutos en carro y unos 15 más caminando, desde allí se realizan vuelos comerciales en parapente en un vuelo de 8 minutos para hacer un giro por encima del parque principal y aterrizar muy cerca del casco urbano; Puente Pizano, puente que ahora funciona solo como peatonal y marca la ruta por donde llegaron los fundadores; La Garrucha en la vereda Serranías al costado opuesto del Cable Vuelo; Mirador Alto de las Flores, principal mirador del pueblo a 5 km de su parque; Charco Corazón a unos 21 km, en el lugar donde se encuentran las quebradas La Herrera y La Bonita, allí se forma un balneario natural.
Relata la historia que el primer poblador blanco en asentarse en las tierras más lejanas por el suroeste del departamento de Antioquia fue Indalecio Peláez, hasta antes habitadas exclusivamente por una familia de Caramantas, tribu perteneciente a la familia Caribe Chocó, y los Docatóes, tribu de indígenas Chamíes del grupo de los Emberá Chocó. Con la compañía de su esposa Clara Echeverri y una cuadrilla de hacheros, se establecieron en el valle levantaron la primera casa y algunos ranchos más para posteriormente construir una hacienda a la que llamaron El Jardín, a causa de la colorida vegetación y las innumerables flores que crecían de manera silvestre. Todo esto ocurrió en 1860, pronto se conoció de la riqueza de las tierras y la noticia se difundió, atrayendo gente de todo el Departamento, principalmente del oriente (Marinilla). En 1863 se funda oficialmente y en 1882 se erige como municipio, simplificando su nombre a Jardín, “el pueblo más bonito de Antioquia”.
Datos de interés:
Superficie: 224 km²
Altitud: 1750 msnm
Piso térmico: Templado
Temperatura promedio: 17°C
Distancia de Medellín: 138 km al Suroeste
Fundación: 1863
Erigido municipio 1882
Gentilicio: Jardineños
Festividades: Fiestas de la Rosa celebrada el primer puente de enero cada dos años.
Actividades económicas: Agricultura: Café, Plátano, Caña y Fríjol
Ganadería: Ganado Vacuno
Turismo
Piscicultura: Explotación Intensiva y Tradicional de Trucha
Artesanías: son tradicionales las fabricadas por las monjas. Productos de cabuya como bolsos y sombreros, y pueden encontrarse piezas de barro y cerámica.

Nevado del Ruiz, una aventura inigualable

Por: Angélica Cervera
Indudablemente, para conocer lugares diferentes y ver paisajes realmente hermosos y majestuosos no necesitamos salir del país como muchos piensan, o mejor, como muchos pensábamos, eso lo comprobé cuando visité el Nevado del Ruiz.

Primero se llega a la ciudad de Manizales, a 2126 metros sobre el nivel del mar, allí ya vas sintiendo que la temperatura cambia y empiezas a tener idea de lo que se avecina: un frío que tratará de congelarte los huesos. Después de recorres un poco más de hora y media por una carretera que sube constantemente hacia la montaña se llega a un lugar llamado “La Esperanza” donde comienza la vía destapada que conduce al encuentro con el imponente Nevado del Ruíz, o como lo llamaban los indígenas, Kumanday; este camino es considerado el cuarto más alto del mundo.

Desde que se pisa suelo manizalita se siente la necesidad abrigarse con sacos, chaquetas, gorros, guantes, etc, pero cuando se llega a este trayecto es necesario desabrigarse un poco y abrir las ventanas de los vehículos con el fin de climatizarse, para que el cuerpo sienta el frío y coja fuerzas para soportarlo, para cuando se inicie la subida al volcán las diferencias de alturas no afecte, de lo contrario se sufrirá de mareos, malestar, dificultad al respirar, dolor de cabeza, etc.

Observar el amanecer en los bajos del Nevado es sencillamente mágico, la montaña se ilumina con un color rojizo que hace parecer que se está en otro planeta, y alo lejos, el gran volcán, el responsable de tal vez la mayor tragedia en la historia Colombiana, imponente, inmenso, mitad gris mitad blanco, silencioso pero a la vez activo. Kumanday es una hermosa montaña de 5.321 metros ubicado en El Parque Nacional Los Nevados que reúne cinco cráteres volcánicos: El Ruíz, El Cisne, Santa Isabel (4950 m.s.n.m), El Quindío y Tolima (5.200 m.s.n.m), en su mayoría inactivos, unidos por una cima estrecha de los Andes colombianos.

Luego se que se entra al parque de los Nevados y a medida que se va ascendiendo la vegetación se vuelve más escasa y aparecen diferentes tipos de rocas todas formadas por el volcán, la tierra se vuelve más delgada y de un color grisáceo claro, que da la sensación de que se estuviese caminado por la luna. En este trayecto, antiguamente los indígenas realizaban distintas peregrinaciones en varios sitios como por ejemplo el Valle de las Tumbas, donde estos le hacían los rituales a sus dioses y donde ahora se realiza en las noches de luna llena el concierto de saxófonos conocido como “conciertos noches de luna”.
De esta manera se llega al Refugio, que es el lugar donde se parquean todos los carros, a unos 4800 m de altura y comienza la subida a pie, de unos 350 metros para llegar a la cima. En este punto, el llegar a la cima se convierte en un reto con uno mismo, es un momento en el que uno se demuestra su fuerza y capacidad, pues respirar a esta altura no es nada fácil y caminar si que menos; sientes que te vas a congelar del frío, las piernas te pesan, el pecho se contrae, tu corazón se acelera, definitivamente es un reto.
Sin embargo al tener de frente a este monstruo de más de 5000 metros de altura, imponiéndose, haciéndote ver diminuto, es imposible echarse para atrás. La caminata del ascenso es muy lenta, con muchas paradas, en total se alcanzan los 5.125 metros hasta que se toca nieve, y cuando ese momento llega es que te das cuenta que todo el esfuerzo valió la pena, que te demostraste que eres valiente y que por muy pequeño que parecieras, no te dejaste vencer por este grande de las nieves. La alegría que se siente es infinita, allá arriba, el Ruiz te llena de plenitud, de satisfacción, de tranquilidad, de muchas emociones que tal vez nunca volverás a sentir, y solo piensas… que si pudieras… vivirías aquí por siempre.

Viajero al Volante


Por: J. Guillermo Suescún

Cuando hablamos de viajar, siempre estamos pensando en conocer otros lugares, en disfrutar de un paseo, de unas vacaciones, de un fin de semana. Pareciera que la palabra viaje sólo fuera sinónimo de turismo. Pero no todos los viajeros lo hacen por el mero placer de recorrer el mundo y conocer sus paisajes y culturas. A una menor escala, el que recorre el país por carretera pavimentada o destapada, no necesariamente lo hace sólo por conocer, pues los viajeros más frecuentes de nuestro país, ya han visto mil veces el lugar al que se dirigen, y realmente vuelven porque ese es su trabajo, recorrer el país en un gran bus intermunicipal, llevando gente de una ciudad a otra.

Gustavo López empezó a viajar por toda Colombia cuando apenas había cumplido los 13 años. En es entonces viajaba como ayudante en la tractomula que manejaba su papá, Don Ovidio López. La mayoría de los viajes se concentraban entre el Urabá antioqueño y el centro del país, pero en muchas ocasiones debieron viajar a la Guajira, a Venezuela y a Ecuador, convirtiéndose estos últimos en los destinos más llamativos para Gustavo.

“En esos tiempos sí le parecía a uno un paseo. Y estar la mayoría del año en la carretera, de una ciudad a otra, conociendo pueblos, paisajes que uno no se imagina en Colombia... todo eso era algo que no todo el mundo puede contar, y es algo que le tengo que agradecer siempre a mi papá. Claro que también le tocaban a uno las varadas en plena noche, y pasar varias horas sin ver pasar ningún otro carro; Eso ya hace más o menos 30 años, y cuando eso las carreteras eran muy malas, muchas estaban destapadas, entonces era normal quedarse atrancado en el lodo, o tener que esperar dos o tres días a que abrieran campo entre un derrumbe, o incluso que la guerrilla cerrara un vía y tener que buscar otro lado para llegar a donde uno iba, cuando no era que se ponían a quemar las mulas y los camiones. A mí me tocó una vez que nos bajaron de la mula y la quemaron... creo que fue llegando a Cincelejo” Gustavo revolvía su tinto mientras me contaba sus anécdotas en una pequeña cafetería de la Terminal de Transportes del Norte.

Nos encontramos allí, en la mítica terminal, pues yo le había comentado mi intención de escribir una pequeña historia sobre su experiencia, y aunque él se rió, y no estaba muy convencido, aceptó que nos tomáramos un café, para charlar, y mirar si sus vivencias sí alcanzaban para una pequeña crónica, para una breve historia. Después de oírlo la primera media hora, ya había imaginado un libro completo.

Gustavo tiene unos 45 años, especulo yo, pero lo seguro es que ha pasado más de 30 en las carreteras del país. Después de viajar un par de años como ayudante de su padre, él tomó la cabrilla por primera vez cuando cumplió 15, y sin haber manejado antes algún otro tipo de carro, o moto siquiera, logró conducir una tractomula por media hora en una larga y derecha carretera de Cartago a Cali. Después de eso, su papá le permitía tomar el control durante algunos tramos fáciles, hasta llegar a conducir durante 14 horas en un viaje a la costa con Don Ovidio descansando en el asiento del copiloto.
“Cuando tenía 17 años mi papá me había sacado el pase, entonces yo manejaba más la mula. Después cuando yo ya era mayor de edad me quise independizar, y como tenía tanta experiencia manejando, me ofrecieron trabajo con una transportadora de combustibles, pero no duré si no medio año, porque el trabajo era muy duro, muy seguido, y fue en una época en que lo de las vacunas y el robo de gasolina estaba disparado. Habían amenazado a los jefes y a algunos compañeros, entonces más bien me fui de allá. Afortunadamente estaba respaldado por un amigo de la familia que trabajaba en la terminal, y el me consiguió trabajo de conductor en una flota para Bogotá” Así fue como Gustavo dejó las grandes máquinas que llevaban contenedores o bultos de papa, para dedicarse a transportar personas.

Así pasó unos 22 años, en los que trabajó como conductor en varias empresas de transporte intermunicipal. Durante ese tiempo, entre viajes a distintas ciudades, Gustavo conoció a una mujer en Armenia con la que comenzó un extraño noviazgo. Él la visitaba en la terminal de aquella ciudad, donde pasaban un rato mientras descansaba antes de volver a Medellín. Después de un tiempo se casaron y se establecieron en la capital antioqueña, donde tuvieron sus dos hijos.

Este año, gracias a sus ahorros, y a la insistencia de su esposa, Gustavo decidió dejar ese trabajo, y comprar un taxi, pues él no quiere dejar el volante, y tampoco quiere seguir haciendo largos viajes por carretera. Por eso ha decidido seguir transportando gente de un lado a otro, pero en recorridos más pequeños y personales.

Turismo y calentamiento global


Por: Alvaro León Pérez Sepúlveda

Turismo y calentamiento global son dos conceptos que a primera vista no parecen muy relacionados. Sin embargo, la actividad turística se encuentra actualmente amenazada por el aumento de las temperaturas a nivel mundial, un fenómeno climático que afecta directamente a sectores vinculados al turismo como la pesca, las estaciones y los patrimonios arquitectónicos y naturales de la humanidad.

Aunque el tema se ha vuelto más notorio y preocupante en los últimos años, los efectos han sido notorios desde tiempo atrás. El año pasado la Asociación Turística de Estaciones de Esquí y de Montaña de España anunció una reducción de hasta el 50 por ciento en sus ingresos, debido a temperatura mas altas de lo normal que ocasionaron escasez de nieve en la estación navideña, con el consiguiente sobrecosto que implicó la utilización de cañones para crear nieve artificial, que en cualquier caso requiere unas temperaturas ambientales mínimas para poderse usar. En el año 2006 Roger Seifritz, gerente del centro vacacional Gstaad, ubicado en los Alpes suizos, reportó que ese mes de julio, fue el más caluroso en los registros históricos, con temperaturas que superaron regularmente los 30 grados.

Sitios y monumentos históricos de trascendental importancia turística como el Taj Mahal, el Coliseo Romano, y el Partenón de Atenas también se han visto deteriorados por las lluvias ácidas, un fenómeno estrechamente vinculado al fenómeno de calentamiento global y cambio climático. Incluso el famosísimo David de Miguel Ángel tuvo que ser movido de su ubicación original al aire libre en la Piazza di la Signoria a la Galería de la Academia de Florencia debido a su inminente deterioro por el mismo motivo.
En el caso de Colombia, también existe preocupación por las consecuencias del fenómeno, referidas principalmente a la sostenibilidad de su invaluable riqueza natural y su biodiversidad que representan grandes potencialidades para el país en cuanto a turismo. También son inquietantes las predicciones de los ecologistas sobre el aumento del nivel del mar, que los más radicales predicen de hasta de tres metros a largo plazo, algo que sería verdaderamente catastrófico para las ciudades costeras del país, entre las cuales se encuentra Cartagena de Indias, principal destino turístico nacional e internacional de Colombia. Otros sitios que peligran en el país son los Nevados que inevitablemente van desapareciendo. Gran pérdida natural y turística dada la alta afluencia de personas a estos lugares. Estos son sólo algunos ejemplos de los muchos que habría que citar alrededor de todo el mundo.

Irónicamente, es precisamente el turismo uno de los sectores que más incide considerablemente en el deterioro del medio ambiente y específicamente en el calentamiento del planeta. Se calcula que el 5 por ciento de los gases que provocan el efecto invernadero son generados por la industria turística, la mitad de dicho porcentaje por el transporte de pasajeros. Así lo alertó, el secretario general de la Organización Mundial de Turismo (OMT), Francesco Frangialli, el 27 de mayo de 2008. La OMT es el organismo especializado en turismo del sistema de la ONU, organización que a su vez reporta que el turismo como actividad económica genera hoy un estimado del 10 por ciento de la economía global.

Frangialli no dudó en señalar al cambio climático como el mayor riesgo a largo plazo para la industria y reveló que en 2007, se registraron 900 millones de llegadas internacionales de pasajeros en todo el mundo las cuales aumentarán a 1,100 millones en 2010, y a 1,600 millones en 2020."Ello significa el doble de llegadas en una generación, con un impacto considerable en el medio ambiente", resumió Frangialli, que hizo un llamado al sector a proponerse ser "más ahorrativo en recursos naturales, más sostenible y más solidario".
Ahora bien, turismo sostenible debe entenderse de dos maneras diferentes: Turismo ecológicamente sostenible, y turismo económicamente sostenible, dos metas cuyo cumplimiento simultáneo puede ser todo un reto para la industria. Sin embargo la modalidad del ecoturismo, implantada hoy a pequeña y mediana escala en todo el mundo, viene demostrando repetidamente que es posible lograr conciliar los factores ecológico y económico con excelentes resultados.
No obstante, el ecoturismo continúa siendo solo una forma alterna de viajar y aunque cada vez gana más y más adeptos, todavía el turismo convencional (aquél que más contamina) sigue siendo el renglón más significativo de la industria. Es por ello que la ONU, preocupada los potenciales riesgos de un crecimiento turístico desmesurado e irresponsable con el medio ambiente, ha promovido conceptos y prácticas como turismo responsable, turista ético, ecoturismo o agroturismo, en aras de incentivar un turismo “más lento, de tren y barco, (…) de destinos mas próximos” y en general menos dañino al medio ambiente.

El calentamiento global costará millones de euros en los próximos diez años a la economía mundial si los gobiernos no toman medidas radicales. Estas son las conclusiones de un estudio realizado hace pocos meses, que alerta de que la adaptación al nuevo clima podría afectar a la economía mundial más que las dos guerras mundiales y la crisis de 1929. El estudio elaborado por el antiguo jefe de economistas del Banco Mundial, Sir Nicholas Stern, encargado hace un año por el Ministerio de Economía británico, explica que el recalentamiento del planeta probablemente provocará una gran recesión mundial. Stern ha calculado que la humanidad deberá gastar los próximos años el 1% del PIB anual del planeta, unos 275.000 millones de euros, en el fenómeno, si no quiere tener que invertir en él de cinco a veinte veces más una vez el problema se agrave.

El norte entre la ciencia y el conocimiento.

Por: Yhobán Camilo Hernández Cifuentes

Entrar en un bosque tropical, salir a un humedal donde una tortuga pasa horas parada sobre una roca; sumergirse en la noche y encontrar constelaciones en las estrellas, observar los astros; y luego regresar de nuevo al día para interactuar con la ciencia y la tecnología del mundo moderno.
Todo esto se puede encontrar en un recorrido, que además incluye otros destinos turísticos de la ciudad. Entrada al Jardín Botánico, Joaquín Antonio Uribe, para un encuentro con la naturaleza en el corazón de la gran urbe; luego el Planetario Jesús Emilio Ramírez y posteriormente el Parque Explora. Estos tres destinos hacen parte de la zona norte de Medellín y se incluyen en las rutas turísticas de la ciudad.

El parque explora es un espacio nuevo que busca la apropiación social de la ciencia y la tecnología especialmente por parte de los niños y jóvenes, basado en 5 áreas de servicio: biología, ciencias, música, recreación y tecnología y medios educativos. Pero el Jardín Botánico y el Planetario son dos espacios que estaban en crisis económica y lograron ser recuperados mediante proyectos de inversión e inclusión que benefician no sólo a la zona norte sino a toda la ciudad.

Estos dos lugares resurgieron para incluirse en las agendas culturales y rutas turísticas de la ciudad, brindando nuevas ofertas de recreación y aproximación al conocimiento y con espacios mejor adecuados para el público. Sólo al Jardín Botánico asistieron 77.889 visitantes en el primer trimestre de 2008.

Jardín con puertas abiertas

Con una inversión de 35.000 millones de pesos, el Jardín Botánico reformó sus espacios y cuenta con novedosos espacios como el orquideorama, el parque de las azaleas y el bosque tropical. Además de un humedal donde se refrescan las tortugas, el lago tiene peces y algunas aves se acercan a cazarlos. Hasta el mes de diciembre estará vigente el programa de puertas abiertas para que todos los visitantes entren gratis al Jardín Botánico.

Para el financiamiento del lugar y como parte de la nueva oferta para los turistas, se inauguraron una serie de negocios dentro del jardín donde se incluye hasta gastronomía. “se crearon una serie de negocios como por ejemplo la tienda de regalos que va a quedar en el café del bosque, ahí también va a estar nuestro vivero, que en este momento está provisionalmente en la entrada al jardín. Tenemos además el restaurante que es in situ y seguimos alquilando los espacios del jardín y eso es un éxito porque tenemos el parque de las azaleas, el orquideorama, el salón Restrepo y los nuevos salones como el Mutis, el Pumboli, el salón Lineo, que permanentemente están alquilados”, comenta Liliana Salazar, coordinara de recreación del Jardín Botánico.

Además el lugar cuenta con una biblioteca, un grupo de investigaciones científicas y próximamente se construirá un mariposario. Doña Livia es una visitante de 54 años de edad, que conocía el Jardín Botánico de antaño y ahora se muestra sorprendida ante este nuevo lugar, “El jardín está muy bueno, lo han organizado de una manera especial, único. Las plantas están hermosas, es un ambiente fresco; uno entra aquí y se relaja mucho”.

La invitación que Liliana Salazar le hace a los turistas es a “disfrutar de un lugar muy agradable, un espacio natural dentro de la ciudad con unas plantas bellísimas, unas colecciones únicas en la ciudad, que sólo se encuentran en el Jardín Botánico. Además este espacio no es solamente para ver la vegetación sino también los animales ardillas, aves, el humedal: tortugas, peces y el oso perezoso que nosotros tenemos”.

Entre planetas
Los parques de la zona norte están uniendo fuerzas para ofrecer un mejor servicio a los visitantes, entre estos parque se encuentra el Planetario de Medellín. “La alcaldía tiene un programa que articula toda la oferta cultural y educativa del norte y se llama Medellín tiene norte, nos reunimos cada 15 ó 20 días y establecemos pautas comunes para establecer programaciones”, explica Francisco Gómez Muñoz, decano del Planetario.

Inicialmente estas reuniones se han enfocado en fortalecer la seguridad del sector, en la promoción de todos los servicios a través de mapas y rutas turísticos, y en montar páginas web que publiciten la oferta de los sitios de interés del norte. El planetario también ha empezado una reforma física y se proyecta reestructuración completa de éste. “La propuesta para las autoridades de Medellín es lograr que el planetario se convierta en el más moderno de América Latina, de esa forma vamos a tener probablemente un nuevo proyector planetario en el salón, nuevas atracciones y nuevas salas de exposición”, comenta Francisco Gómez.

Actualmente en el planetario los visitantes pueden disfrutar de recorridos ilustrados, más adelante se esperan shows planetarios, cine temático, obras de teatro, música, toda la oferta cultural posible. También se le va a dar una nueva vocación a otros espacios como tiendas para que haya buena calidad y buena variedad. El planetario ha sufrido dos cambios importantes, en el primero se comenzó a hacer uso de áreas olvidadas como museografía científica, mostrando aspectos planetarios y astronómicos. El segundo cambio es la reforma con la cual se pretenden construir al menos 3 nuevas salas de exhibición y reacondicionar tanto el salón planetario como el auditorio.

En la zona norte lugares como el Jardín Botánico, Joaquín Antonio Uribe, y el Planetario de Medellín, Jesús Emilio Ramirez, fueron reestructurados y se modernizaron para complementarse con parques tan modernos como el Parque Explora, además mejoran día a día sus programaciones para que el público pueda interactuar de manera más dinámica con la ciencia, la tecnología y la naturaleza. Javier Gómez concluye con que estos lugares son una buena opción para el uso creativo y recreativo del tiempo libre.

Bolombolo, corazón del suroeste antioqueño



Por: Juan Esteban Vásquez

“Bolombolo es un gamín
Durmiendo en un colchón de oro”
Juan Gómez Martínez

A 71 kilómetros de Medellín, en el suroeste antioqueño está ubicada una población de aproximadamente 3500 habitantes, que debe su nombre a un cacique llamado Bolombolo, él cual habitó en la época precolombina la cuenca de Sinifaná.
Bolombolo fue erigido corregimiento de Venecia en 1934, cuenta con una extensión de 141 kilómetros cuadrados, una temperatura de 28 grados y una altura sobre el nivel del mar de 515 metros.

Este pintoresco valle llamado Bolombolo, que anteriormente se conoció como La Popala, fue colonizado en 1890 por el titiribiseño Antonio Quijano y luego vendido a los hermanos Echeverri, quienes ante la demanda de tierra por el empalme en 1928 del Ferrocarril hacia el cauca, iniciaron trabajos de desmonte y venta de lotes alrededor de la prometedora Estación Bolombolo.

Con la ida del ferrocarril en la década de 1970 el pueblo continuó su desarrollo ahora de espalda al río y de frente a la vía Medellín – Bolombolo, inaugurada en 1951, que se uniría luego al suroeste con la construcción por parte de la compañía América Bridge del puente José María Escobar en 1953.

Durante sus casi 80 años de historia, Bolombolo ha tenido vocación comercial. Primero gracias al ferrocarril, del que aún quedan vestigios; y ahora de cara a la Troncal del Café por donde se movilizan cientos de viajeros.

Este corregimiento se encuentra ubicado en la parte entrante de la zona del suroeste Antioqueño. Y gracias al puente José María Escobar es la comunicación a municipios como Andes, Ciudad Bolívar, Salgar, Betulia, Concordia, Urrao, Tarso, Pueblo Rico, Jericó, La Pintada. Esta condición le permite a Bolombolo desarrollarse en su principal actividad económica, el comercio, que consiste en restaurantes, cafeterías y pequeños negocios que están ubicados en la marginal de la calle principal, que ofrecen frutas como mangos, ciruelas, mandarinas, anón, y mamonsillos, además de productos típicos de la región como pionono, colaciones y cocadas.

Aparte del comercio, la ganadería y la pesca también componen renglones importantes para la economía de la región. De estas dos actividades se deriva el sustento de decenas de familias. Claro que en los últimos tiempos Bolombolo se ofrece como un sitio atractivo para los turistas, por su clima, Por estar a orillas del río Cauca y por la belleza de sus paisajes.

Aun con este cambio John Jairo Arango un líder comunitario dice: “creo que nosotros los habitantes de Bolombolo, que tenemos nuestros hijos acá, que hemos estudiado acá, estamos viendo pasar por alto la potencialidad que tenemos por nuestra posición geográfica. Desafortunadamente, hasta ahora no han nacido unas políticas para empezar a desarrollar ese potencial que tenemos.”

BOLOMBOLO COMO ESPACIO

Rodeado de rocas aluviales incrustadas en grandes tapetes de grama, que crece en tierras casi áridas; Bolombolo es un híbrido que ha surgido de esa relación objetos, hombre, naturaleza. Pues como diría Milton Santos “todo lo que hay en el mundo ha sido manipulado”; Y es lo que se nota al observar el espacio que ocupa Bolombolo: un pequeño tramo de montaña y un valle aún más pequeño que fueron minados de casuchas, atravesados por un ferrocarril, bañados por un rió, cercenados por una troncal y unidos a otra región por un puente.

Pero para que dicho cambio llegue a notarse, fue necesario que existiera una técnica. Y en Bolombolo luego de observar y conversar con la gente se descubre que aparte de la pujanza paisa y la normal supervivencia humana, han sido las bonanzas u oportunidades las que le han dado al corregimiento todo el rostro de lo que es hoy.

Cuando se habla de bonanzas u oportunidades se hace mención a lo que ya con antelación se ha dicho; el ferrocarril, la troncal, la trilladora de café, los cultivos de naranja y el creciente turismo.

SU GENTE

Con nombres tan comunes como Jairo, Andrés, Oscar, Sandra, Claudia, Fabio, etc.… la gente de Bolombolo obedece fisonómicamente a las características de un pueblo costeño, pues trigueños en su mayoría, visten ropas bastante holgadas -casi desaliñadas-, y es muy común ver a los hombres, sobre todo en el área rural, con un sombrero alón que los protege del sol.

La gente es muy acogedora y muy dada al negocio del rebusque, pues son muchos los que al llegar los buses -o inclusive se suben- ofrecen una gran variedad de productos de la región y otros se ganan la vida de cuenta de los turistas o viajeros de paso; quienes por verlos lanzarse al Río Cauca desde el puente, les pagan la suma de dos mil pesos a los osados jóvenes que encuentran en ello una fuente de ingresos económicos.

Noche de Benecua

Por: David Berrío

De niño conocí a los indígenas Embera del sur de Uraba, fui testigo de sus costumbres y del resultado de sus curaciones con plantas y rezos, pero nunca pude presenciar un Benecua, el ritual de curación. Años después mi curiosidad se reviviría al saber que en el sur de Antioquia existía una reserva indígena que todavía practica este antiguo ritual.

Por suerte conocía a Vicente Vargas, un hombre blanco que vive con ellos en la reserva La María y que de cariño es llamado Buchi. Vicente me contactó con Julio Tascón, gobernador del cabildo indígena de Valparaíso, quien me invitó a que visitara la zona y hablara con el Haibaná, médico espiritual, Horacio Tascón. La reserva indígena La María, es una de las pocas que ha logrado mezclar su cultura con la del hombre blanco sin perderse totalmente en ella.

Para llegar a Valparaíso se recorre alrededor de 110 kilómetros desde Medellín; el viaje se realiza en un lapso de 3 a 4 horas. La carretera pasa por todo el filo de la montaña, entre Versalles y Santa Bárbara a lado y lado hay abismo, hacia el horizonte está el valle farallones en La Pintada, después de atravesarlo se llega a Valparaíso.

De La Pintada a Valparaíso, se respira un aire con olores de pasto vivo al sol, de las caballerizas, de gallinas y el inconfundible aroma del ganado, ya que con los años la región ha cambiado los cultivos de caña y café por haciendas ganaderas. El viento está cargado de olores fuertes, que se confunden con un aire liviano, limpio, que entra fácil a los pulmones. Se siente una variedad de olores a madera quemada, en descomposición y por último a madera cortada.

Desde Valparaíso se divisa, La Pintada, Santa Bárbara y parte del departamento de Caldas. Antes de que se colonizara el suroeste antioqueño, los indígenas eran dueños del territorio y se vinculaban con el ecosistema desde su espíritu, hoy en día conviven en la reserva La María que está ubicada a diez minutos del pueblo justo por la carretera a Caramanta.

Me encuentro con Julio Tascón en el parque y arreglamos para que en la noche vaya a conocer el Haibaná Horacio. Paso toda la tarde vagando por el casco Urbano de Valparaíso; aquí como en cualquier otro pueblo el ritmo se hace más lento, se camina despacio, se toma el café sorbo a sorbo y se conversa con cualquier parroquiano desprevenido en un tono amable.

A pesar de la belleza colonial del pueblo, el turismo no es su principal atractivo; su economía se sustenta en la ganadería, la agricultura y la floricultura, campo que han sabido explotar los indígenas Embera con cultivos de heliconias; flor ornamental que ellos mismos organizan y convierten en arreglos ornamentales.

Gracias a un convenio con Confama y la OIA (Organización Indígena Antioqueña), han empezado a distribuir su producto a otros municipios del suroeste, con la proyección reconsolidarse en el mercado antioqueño como productores de Heliconias.

Llega la noche y camino por la carretera que conduce hacia Caramanta hasta llegar a la gran estatua de la virgen María que vigila todo el valle desde una roca negra que contrasta con su blancura; a partir de allí se ven las casas homogéneas que levantó hace cinco años la comunidad con dineros donados por finqueros de la región, cuando un temblor rajó la montaña en que vivían y se tragó varias de sus casas.

Me recibe Julio, el gobernador, en la oscuridad de la trocha; caminamos 30 metros hasta la pequeña casa finca construida con cemento y ladrillos nuevos, Vicente Vargas salió a nuestro encuentro y me presentó a los Embera (Chami). Me tiene una sorpresa: hoy habrá Benecua y me dejarán asistir.

Llego hasta la casa del Haibana y creo ver en el cielo el resplandor de un rayo, pero más tarde supe que ese es el primer llamado del haibana a la tradición de los recuerdos.

No se respiraban aires de grandes enigmas o danzas ancestrales, la imagen solo revelaba un número de personas que se reunían a pasar un sábado por la noche en un pequeño pueblo apartado de la ciudad pero cerca de la civilización gracias a los televisores, radios y celulares. Aunque en el fondo el clima de la montaña anunciaba algo que sucedería mas tarde, se albergaba un calor que alimentaba las expectativas.

Pasaron treinta minutos y varios indígenas salían del maizal junto a la casa, loma abajo, traían consigo hojas de biao y otras matas no catalogadas por el hombre blanco. Estos elementos del ritual de sanación habían sido recolectados por el Haibaná días antes y guardados, por él mismo entre la montaña. Las hojas, las flores y la albahaca eran puestas en el suelo.

Los espíritus danzan sobre la cabaña, el haibana Horacio se preparaba para dejarlos entrar. Forman un círculo a tres metros del techo del resguardo indígena, sus vestidos se han convertido en estelas de sus cuerpos etéreos y sus movimientos recuerdan las terrenales danzas de antiguos días, como me lo narro al oido Vicente Vargas.

El Haibaná entra de nuevo en el zaguán de la casa pero esta vez es diferente. Su voz se ha tornado más contundente y su eco suena a antiguo. Se sienta entre las hojas de plátano, biao y flores y empieza a llamar a concentrar la energía para poder contrarrestar el maleficio que dos días antes la hizo ir hasta la casa del haibana solicitando el Benecua.

Horacio sirve el trago sagrado, que ya no es más la chicha como se estilaba antes, debido a que su proceso de elaboración es delicado y dispendioso; los indígenas se acostumbraron a beber aguardiente en sus Benecuas porque lo consideran un trago que viene de la caña, de la tierra, así como los espíritus lo piden.

Al repartir el trago no se distinguen colores de piel ni asociaciones religiosas ni siquiera se pide un silencio ritualesco, basta y sobra con que los asistentes miren a los ojos al Haibana mientras apuran su trago por la garganta; y ademas que sus pensamientos sean buenos para que la sanación sea correcta. Recibo mi trago con gran ansiedad, miro al Haibaná y lo tomo rápido y sin pasante.

El enfermo es llevado al centro de las hojas y allí se le da un primer trago de aguardiente del banco (reserva) personal del Haibaná, con este trago se pretende identificar a la persona que está realizando el maleficio en contra de la señora enferma. Al tomarlo la señora ve como el rostro de la esposa de su hermano emerge del fondo del posillo; en ese instante el Haibaná le sopla la cabeza traspasando el Haibia, espíritu bueno, (Hai= espíritu y se pronuncia la H como una jota) a la señora para que ésta se defienda y pueda contrarrestar el daño que le están haciendo.

El espíritu es escogido por el enfermo y el Haibaná sirve de intermediario entre estos dos. Arreglo que se organiza con una pequeña donación en dinero o aguardiente. Pero lo más importante es que el espíritu jamás abandonará a la persona por eso es crucial saber escogerlo ya que lo acompañara el resto de su vida.

La señora convaleciente, es una indígena de 60 años que vive con su hijo y su nuera, su hermano, a quien no ve hace cinco años vive en la reserva indígena de Cristianía entre Jardín y Andes. La razón de que hace años no vea a su hermano es precisamente la esposa de él.

Ella toma tres aguardientes rezados que le proporciona el Haibaná y mientras pasan por su garganta los asistentes al ritual dicen al unísono “nos tomamos. Al terminar el Benecua la señora es rociada con agua de albahaca que el Haibaná utiliza para purificar y para que el enfermo descanse y se libere de las preocupaciones.

No se sabe cuando empezó el ritual ni cuando terminó. Al empezar el reloj estaba parado en un día pero al salir la hora era incierta y el tiempo se había ido a danzar con los espíritus.

A la mañana siguiente pienso en que me iré de Valparaíso con un aire de naturaleza que se calienta por los favores del río cauca. Al medio día me despido de Vicente Vargas y Julio, les agradezco su gran hospitalidad y me desean un regreso a Valparaíso más pronto que tarde.

El eco de una corneta irrumpe todo el valle y marca la hora de salida del último bus hacia Medellín. Me despide un sol que se oculta en la montaña que divide a Valparaíso y el resto del occidente. Los espíritu descansa, hoy no habrá otro Benecua.