10 de junio de 2008

Carlos E. Restrepo: El barrio bohemio de Medellín

Por: Jonathan Andrés Montoya Correa

Como el Soho en Londres, el Monmartre en París, el Greenwich Village en Nueva York o el Barranco en Lima, Medellín, también tiene su propio barrio bohemio. Un espacio para estudiantes, artistas, diseñadores, poetas, en fin, amantes de la bohemia, que se funden entre la gran multitud de personas que transitan por este barrio. Si usted se detiene por un instante, mira a su alrededor y se olvida por un momento en donde está parado, fácilmente podría confundirse con una ciudad europea. Y es que es precisamente ese ambiente a media luz, acompañado de la buena música que sale de los diferentes locales y esos cafecillos que parecen sacados de una plaza de Barcelona, los que le dan a este barrio, un particular aire cosmopolita.

Llegué allí, referenciado por un buen amigo, que me dijo que en “La Comedia”, vendían los mejores “palitos” de queso de toda la ciudad. No tengo ni idea de cuantos palitos de queso llegó a comerse para poder tener un punto de comparación con los de La Comedia, pero a mí me bastó con uno para darle la razón. Y es que por tan solo 2.800 pesos, usted no solo estará disfrutando de una delicia típica de nuestro país, sino también de buena música y una escueta atención, propia de esta clase de sitios, donde la gente prefiere las conversaciones y las tertulias, a ser molestados cada cinco minutos por un mesero que se acerca con cualquier falsa excusa.

La Comedia es uno de esos sitios que uno no podría diferenciar muy bien entre un bar, un café o un restaurante, así que opté por llamarlo de esa forma simplista que utilizan muchos cuando quieren definir un sitio pero no pueden: Un Café bar. La luz de tonalidad amarilla es algo tenue, lo que permite un ambiente cálido e íntimo. Y el sonido de la música, que apenas si se escucha, permite tanto las conversaciones acaloradas, como aquellas que son menos apasionadas.

En La Comedia, podrá encontrar estudiantes, filósofos, poetas, cuenteros, o escritores, y si usted es uno de esos amantes del existencialismo, entonces, fácilmente podría entablar conversación, con un perfecto desconocido y darle respuesta a sus mas profundas. ¿O quién sabe? Podrían sorprenderlo con una presentación musical o con una tertulia de poesía, que amenice su noche mientras degusta de uno, dos o varios “palitos” de queso.

“Ciudad Café”, por su parte, ofrece un ambiente menos acogedor, pero mucho más fresco y juvenil. Un ambiente que atrae con su particular magnetismo a un sinnúmero de estudiantes universitarios. Esa noche, no encontré mesa disponible en “Ciudad Café”, por lo que tuve que optar por una decisión menos cómoda, pero más agradable: La barra. El “Burrito de Carne”, es una de sus especialidades, pero debe tener en cuenta que la cocina no estará abierta toda la noche, así que si quiere ir a comer, debe considerar esta opción primero que las demás. Aunque también puede disfrutar de un cocktail o de la amplia carta de licores nacionales. Yo, personalmente prefiero los cocteles, preparados ante la vista del cliente y que conservan en su presentación finos detalles como la decoración de la copa.

Pero el barrio Carlos E Restrepo, no se reduce única a la vida nocturna. En el día, también respira un exquisito aire intelectual, que es capaz de intimidar hasta al más desprevenido transeúnte, no en vano, este barrio se destaca porque en le viven una gran cantidad de profesores universitarios, en ejercicio de su profesión o jubilados. El Museo de Arte Moderno, queda ubicado precisamente en este sector, en el mismo corredor peatonal que de noche, da paso a los bohemios, al tango, al rock en español o a la música de protesta.

El MAMM, como es conocido por sus visitantes, fue fundando en 1978, y uno de sus objetivos es la conservación y divulgación de las diferentes manifestaciones de arte contemporáneo de Medellín, Colombia y el mundo. Diariamente, asisten a este lugar, cientos de visitantes deseosos de conocer la obra de la artista preferida del museo, la pintora antioqueña Débora Arango. Pero el MAMM no esta consagrado únicamente a esta mujer, pues por sus salas, diariamente se exponen obras de destacados pintores antioqueños, al igual que de jóvenes artistas que quieren dar a conocer su trabajo. El MAMM, no solo atrae por la calidad de su arte, sino por los ciclos de cine y algunas presentaciones especiales que ofrece en sus instalaciones.
Su fachada, combina muy bien con los demás sitios del lugar, y en la noche es victima de una preciosa luminosidad amarilla que le confieren un aire de grandeza y lo destacan entre la multitud de caminantes. El MAMM, también cuenta con su propio restaurante-café, llamado La Tienda del MAMM, un sitio donde se combinan el arte y la buena mesa para deleite de los comensales, al mismo tiempo que funciona como un almacén donde podrá adquirir algunos “souvenirs”.

Por su cercanía, la Biblioteca pública Piloto de Medellín también hace parte de este sector bohemio de la ciudad. Y la verdad, yo me lo pensaría más de dos veces antes de recomendar una biblioteca, como sitio turístico de la ciudad a un visitante extranjero. Pero vale la pena conocerla, puès más allá de un montón de estantes repletos de libros, la Biblioteca Pública Piloto ofrece a sus visitantes exposiciones de arte, ciclos de cine independiente e incluso veladas de lectura de las que pueden disfrutar todos los asistentes. La BPP, está a solo dos cuadras de los abres y cafés de Carlos E. Restrepo. Separada únicamente por un pequeño bosquecillo, lo que convierte este barrio en uno de los sectores con mayores zonas verdes dela ciudad. Y es que por doquiera que se mire, uno encuentra pequeños parquecillos que interrumpen su tranquilidad para darle paso a los noctámbulos. Parquecillo que son respetados por los visitantes como un miembro más de la comunidad. Debo admitir que en Carlos E. Restrepo, es el único lugar donde la frase Cultura Ciudadana cobró algún significado para mí.


En la plazoleta, si el dinero no alcanza para una buena comida, seguramente bastará para un par de cervezas, compartidas por un grupo de amigos, sentados en cualquier rincón del parque. Y eso es precisamente con lo que me encuentro al terminar mi recorrido. En Carlos E. Restrepo no importa mucho la comodidad, ni el dinero, pues se puede gozar la noche bohemia de tantas y tan variadas maneras que no hacerlo, significa perderse de una noche cargada de un especial colorido. La gente, la música, el ambiente del lugar y esa fraternidad que parece respirarse en todos los rincones es lo que hace de este lugar uno de mis preferidos. Uno que muestra una cara totalmente distinta de esa ciudad que juramos conocer tan bien. No se trata solo de rumba y sitios de moda, Carlos E Restrepo se abre para todos los visitantes que estén dispuestos a conocerlos y a vivir una experiencia distinta. Hubo algo que siempre me llamó la atención y creo que es necesario que lo mencione. En Carlos E. Restrepo se puede conversar, por un par de horas me olvide de la palabra ruido.

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