10 de junio de 2008

La concha el cascarón, y el pueblo la perla

Por: Paula Andrea Jaramillo


La historia y los años, parecen que se hubiesen detenido, parece como si todo por lo que la sociedad a atravesado, el olor a la guerra, el olor a civilización y consumismo nunca hubieran llegado a concepción.


Las estrechas calles empedradas, los inmensos muros de tapia, los amplios balcones, las puertas y ventanas de vistosos colores y corredores con largos zaguanes son un indicio de que no hay equivocación। El tiempo no pasa y Concepción se conserva intacto, como si estuviera en los siglos XVIII y XIX.


Toda su arquitectura aún conserva el trazado inicial y las construcciones que hicieron los mineros fundadores, en 1771.
La gente es amable, están completamente metidas en su vida, es esa gente que hoy vive tranquila en un pequeño mundo. Es como si el afán de consumo, de moda, de necesidades creadas no hubiese pasado por este lugar.
Es domingo, un domingo tranquilo para mi, pero normal para los habitantes, un domingo en el que las calles son solitarias, calladas, pero sobre todo tranquilas, el único acontecimiento es el partido de fútbol que se ve en una esquina del pueblo, esa esquina que logro reunir a varios hombres, para que compartieran la tarde, y se divirtieran; se pueden escuchar risas, discusiones, porque… “Medellín debería meter aunque solo fuera un gol”, o porque “al cali le favorece ese empate”, pero ninguna en la que se llegasen a agredir, de ninguna manera.
Es en esta tarde que aquellas rivalidades de partidos políticos que tan importantes fueron para Concepción, parecen dormidas, y ser liberal o conservador frente al televisor, mirando el partido, importa poco. Aunque una vez acabado el partido cada cual sabe quien es quien, y las reglas del juego. los liberales con los liberales, y al mando del pueblo; y los conservadores con los suyos, tragándose el orgullo, y sometiéndose a los mandatos liberales, incluso al hecho de ver como héroe a José María Córdoba cuando solo para los liberales era un verdadero héroe.
Es este un aspecto que nuevamente me muestra que lo que para mi visión de la vida esta medianamente limado, para ellos sigue siendo de gran importancia, incluso de marcada división।


En la tarde, cuando el partido queda cero a cero, y el sol empieza a caer, la montañas toman deferentes tonalidades de verde, en algunas partes donde aun caen los rayos del sol, se ven verdes claras, y en otras se ve un verde oscuro, mostrando donde las nubes empiezan a proyectar sombra; la esquina está aún llena, la gente comenta del partido, y se toman los últimos aguardientes de la tarde, mientras eso pasa, todos dan la media vuelta, y particularmente, como en pocos pueblos se ve, todos despiden al bus de las cuatro y media, incluso le dan la bendición, deseándoles a los pasajeros quizá buen viaje, y a lo mejor, pidiendo que el próximo fin de semana algunos de los turistas regresen.



Yo me volteo admirando un cuadro que quizás no olvide o que a lo mejor solo para mi sea relevante puesto que nadie en mas en el bus voltea a mirar.

No hay comentarios: